jueves, 10 de julio de 2008

Vacas y contaminación

“Tengo una vaca lechera, no es una vaca cualquiera, me da leche merengada, ay que vaca tan salada, ¡tolón, tolón!.”

Que tiempos aquellos en que un animal tan simpático y útil, era el motivo de una canción infinitamente radiada en la España de los años 50, y conocida por tantas generaciones. Pero ya hace tiempo saltó la alarma entre los ecologistas: los gases producidos por la vacas son altamente contaminantes de la atmósfera. Nos reímos de la ocurrencia. Ahora son los asesores del famosísimo neo-ecologista Al Gore, los que ponen la señal de alarma y lo vemos en algunos "estupendos" medios.


Cada vaca emite al día más de 800 litros de gases de efecto invernadero


Según una investigación realizada por científicos argentinos.
El 30% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero en Argentina son por obra y gracia de estos rumiantes.
Los investigadores han puesto a las vacas a dieta contra los gases.


Aquí vemos a uno de los pobres animalitos cargando con los instrumentos del análisis del que han salido tan “alarmantes y sesudas” conclusiones. A este paso hasta la misma naturaleza va a ser considerada un agente contaminante. Vaya pasada....¿no?

2 comentarios:

Aprendiz de Mucho dijo...

Pues no quieras tu ver, perdon, oler, lo que suelta un elefante. Si lo delas vacas es cierto, y la cantidad de gases es directamente proporcional al volumen de sus estomagos, ya hace por lo menos 1000 años que se habria ido a tomar por el culo el Perito Moreno.

Francisco Javier Domínguez Peso dijo...

Algo así pienso yo. Las vacas y otros ungulados y bovinos existían antes que los humanos, y no se han cargado el planeta, con sus "quehaceres" naturales. Ahora bien si se trata del número de individuos (por su explotación intensiva), podríoa pensarse. Pero me parece muy raro. En América los bisontes (allí llamados búfalos) reinaban en grandes praderas tanto al norte como al sur, y casi se extinguen por la caza intensiva de los europeos. Esto me suena a pijada ecologista mezclada con intereses comerciales, para cargarse la economía argentina, algo frecuente con otros productos agropecuarios, como nos ha pasado a nosotros con el aceite de oliva, cuando hace años salieron algunos médicos diciendo que era perjudicial para la salud.