lunes, 28 de enero de 2008

Paganismos


Decía en un post anterior que el Carnaval, este año, es más temprano por eso del calendario lunar judío, que condiciona la celebración de la Semana Santa. Y esto me provoca una reflexión sobre lo que habitualmente se dice del Carnaval: que es la fiesta más pagana que nos queda.

Hay tres teorías principales sobre el origen de esta celebración:


a. La que la ve como un rito agrícola de fertilidad, con raíces en los tiempos pre-cristianos.
b. La que la considera un ritual cristiano, en la que los excesos se explican por la abstinencia que le sigue (Cuaresma).
c. La tesis que considera esta fiesta como una rebelión, de crítica social, donde se pone el mundo al revés.

Es posible que tenga algo de todo. Que la imposición de la Cuaresma, con su ayuno y abstinencia (en todos los aspectos, incluido el sexual) provocase una reacción de “hartarse de todo antes de que nos lo prohíban”, cuando se generaliza el cristianismo en la Edad Media, recreando ritos de tiempos romanos (bacanales, saturnales y lupercales ), o del antiguo Egipto. Y esto se aprovechase para “quitarse espinitas” con los que mandaban, aprovechando la costumbre, que se generaliza, del disfraz. Julio Caro Baroja, en su libro El carnaval (análisis histórico-cultural), sostiene este análisis histórico y lo refuerza con el significado etimológico, que, según él, hace derivar la palabra “carnaval” de varios vocablos, como “Carnal”, “Carnestolendas” o el italiano “Carnevale”, que vienen a denominar los últimos días en que se podía comer carne. Por tanto, el motivo cristiano queda bastante claro.

Sin embargo nadie ve nada “raro” en la Candelaria, fiesta consagrada a la Virgen María, del 2 de febrero, donde se tiene la costumbre de encender velas y festejar en torno de grandes fogatas. Y esta festividad sí tiene un claro origen pagano. Los primitivos europeos celebraban, entre el 31 de enero y el 2 de febrero, la cercanía de la primavera y el momento de preparase para arar los campos, con fiestas conocidas (entre celtas o germanos) con nombres como Oimelc, Imbolc, Candlemas, Día de las Candelas... Y el elemento del fuego era protagonista principal, como símbolo de la divinidad, santidad, fertilidad y purificación.

El cristianismo, a través de la aculturación (técnica por la que se captan elementos culturales, por ejemplo, religiosos, extraños, “disfrazándolos” con elementos nuevos, para, quitándole su significado original, convertirlos en tradiciones, postulados o dogmas propios), consiguió que, quienes se resistían a abandonar las tradiciones originales, aceptasen el nuevo significado religioso como suyo “desde siempre”. De esta manera, lo que era una fiesta de, por ejemplo, la triple diosa Brighid (tan querida por los celtas), pasó a ser de la Virgen de la Candelaria o de la Purificación (las famosas “Puris”), conservando la costumbre del fuego.

Este año, las dos festividades se dan la mano el próximo fin de semana. Y, supongo, que el debate sobre los orígenes paganos volverá a reproducirse.

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