Los sacerdotes serán parte de los comités de ética que deciden sobre los cuidados paliativos en enfermos terminales
El gobierno de Esperanza Aguirre y el cardenal Rouco Varela firman un convenio para la asistencia religiosa en los hospitales que amplía las funciones de los curas
El gobierno de Esperanza Aguirre y el cardenal Rouco Varela han firmado un convenio para la asistencia religiosa en los hospitales que amplía las funciones de los curas y les permitirá decidir sobre los cuidados paliativos en enfermos terminales. A partir de ahora, los curas no sólo visitarán a los enfermos y les asesorarán religiosamente, sino que además podrán tomar decisiones que, hasta ahora, eran competencia de los médicos.
El PP no contento con desmantelar lo que queda de la sanidad pública, privatizando servicios, y perseguiendo médicos que no siguen los dictados ideológicos de la lideresa y su gobierno, como al doctor Montes, nos retrotrae a tiempos pasados en materia de salud. Serán sacerdotes católicos los que, en última instancia, aprueben o no determinados tratamientos. Vamos, que veremos como se sustituyen, por ejemplo, las consultas de atención primaria, por confesionarios. Ya me imagino la situación:
-Paciente: “Doctor me duele desde hace una semana el brazo derecho”
-Paciente: “Doctor me duele desde hace una semana el brazo derecho”
-Doctor: “¡Pecador, infame, hereje!. Reza tres avemarías y dos padrenuestros, y ¡deja de pecar contra el sexto mandamiento!.
Esto de cambiar al científico por el teólogo se parece a lo que hacen en aquellas culturas donde el sanador se adorna con plumas y ropajes coloristas, echa huesos de pollo sobre el nombre del enfermo escrito en arena rociada de sangre y plumas, y baila una danza al son de una salmodia ininteligible.
En este año donde se conmemora el 200 aniversario del levantamiento contra la invasión francesa, fielmente relatado por Goya, parece que nos volvemos a encontrar en aquella época. El cuadro “El sueño de la razón produce monstruos” resume la opinión del pensamiento ilustrado sobre el ambiente cultural que se vivía. Los liberales (de verdad) clamaban por la libertad y la razón, frente a los poderes tiránicos y oscurantistas, propugnando la libertad política y la separación entre la Iglesia y el Estado. Hoy sus “presuntos” herederos dan marcha atrás e imponen la supremacía de la fe sobre la razón y el poder del clero por encima de la ciencia. El hechicero de la tribu gana la batalla al científico con la ayuda del Gobierno de la Comunidad de Madrid. ¡Qué diferencia de aquellos liberales!
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