sábado, 7 de febrero de 2009

Agua bendita. Agua indómita

Estos días pasados las lluvias y la nieve están siendo protagonistas en nuestra geografía por su abundancia, y, también por desgracia, por sus efectos problemáticos y la fuerza con que nos están atacando vientos, nevadas, inundaciones, etc. Los últimos fenómenos de estas características sufridos en Palma del Río fueron las inundaciones del invierno 1996-97 y las del 1997-98, cuando no solo huertas se anegaron, sino también, sobre todo en las últimas, el agua del Genil entró por varias calles y el Paseo, y el ayuntamiento tuvo que instalar sacos terreros para impedir el avance del río hacia en el interior de varias calles del casco urbano. La nieve tuvo también presencia, tras cincuenta años sin nevar, en nuestro municipio en enero de 2006, y eso fue una noticia agradable y curiosa, a diferencia de lo anterior.

Hace algunos meses, debido a las pocas lluvias, los embalses estaban en cotas mínimas que delataban un estado de sequía. Sin embargo estas lluvias han aliviado la situación, aunque perjudique, por el contrario, la cosecha de la naranja, tan importante para nuestra economía. Hoy hemos dado un paseo por la ribera del Genil, a su paso por el Paseo y la Chirritana, donde estuvieron antiguamente las norias (que veis en las fotos), el puente de madera de San Francisco Javier (ahora reconstruido en hierro) y las turbinas de la electro-harinera.



El río está crecido pero no al nivel de peligro, la isla ha perdido parte de su superficie bajo las aguas (que fluyen a gran velocidad) y el azud (aquí lo llamamos la “súa”) se ve rebosado por las turbulentas y terrizas aguas del mayor afluente del Guadalquivir, acompañadas del estruendo de corrientes, borbotones y salpicones que podéis ver en el video con que ilustro esta entrada. ¡Agua va!

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