Siguiendo con la serie "mis primeros..." hoy os traigo una foto que os puede sobresaltar . Pero antes de comentarla os contaré una pequeña historia.
Estando en 5º de EGB hicimos una excursión a Sevilla, organizada por el colegio. Visitamos primero las ruinas de Itálica, ciudad romana en cuya jurisdicción estuvo Palma del Río hasta la dominación musulmana, localizadas en Santiponce. Luego nos desplazamos a la capital hispalense visitando los famosos jardines de Maria Luisa y posteriormente la fábrica de cervezas Cruzcampo. Allí, tras un recorrido por las instalaciones, donde nos explicaron el proceso de elaboración de esta bebida, nos dieron un refrigerio....con cerveza, ¡a pesar de nuestra edad!. No se me olvidará cuando en un momento dado miré hacia una barra de bar que había en el salón del piscolabis, y el adorno que tenía, un listón de madera horizontal que orlaba toda su longitud, se dobló como una hoja de papel a la que empujaran desde abajo. Me asusté y miré de nuevo, aunque no se movió, ni se había movido, claro. Eran los efectos del alcohol, al beber por primera vez.
O eso creía, hasta que recordé esta fotografía, donde a muy cortísima edad chupeteaba un botellín de a tercio de la misma bebida y marca, como si se tratara de un biberón. Naturalmente la botella estaba vacía y la broma sirvió muchas veces para deleite de familiares y amigos. "¡Menudo ejemplo", dirán algunos con mi foto. Mi hermano molinero, ha comentado que sin embargo nos quejamos de que los jóvenes beben cada vez más pronto. Bueno, ahora entiendo por qué me gusta el "zumo de cebada", ¿no?.
Y de ello da cuenta tu "barriguita cervecera" que tanto tiempo y esmero te ha costado y aun te cuesta, solo hay qye ver lo que tardas en elegir un par de botellines de importación en los grandes almacenes. Como todos has evolucionado y ahora si es posible mejor que un tercio, un medio.
ResponderEliminarUn medio o dos si son pequeños, como decíamos cuando estábamos en el pub.
ResponderEliminarPor cierto la "barriguita cervecera", como tú dices, Anamari, es de claro origen genético, mi padre tenía otra igual, metáfora morfológica de la inicial del apellido paterno, D de Domínguez. ¡ Y a mucha honra!
ResponderEliminarQué precocidad...
ResponderEliminarHabría que veros a la vuelta de la excursión, la de cánticos festivos que habría en el autobús.
Seguro que se arrepintieron nuestros profesores de habernos llevado de excursión, niño yuntero.
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