sábado, 20 de junio de 2009

Ciudadanos anónimos

La capilla ardiente con los restos mortales del inspector de la Policía Nacional Eduardo Antonio Puelles, asesinado ayer por ETA, reabierta esta mañana en la subdelegación del Gobierno en Vizcaya, en Bilbao, recibe desde esa hora la visita de personalidades políticas y de ciudadanos anónimos.

Ciudadanos anónimos. Esta mañana, mientras desayunaba, oía estas palabras en la radio, cuando relataban la noticia que también recoge el encabezamiento de esta entrada. Me chirriaron los oídos una vez más, pues no es la primera vez que oigo o leo el adjetivo anónimo usado por periodistas para referirse a personas corrientes. O eso es lo que entendemos la mayoría, que cuando hablan de ciudadanos "anónimos, asistentes anónimos, visitantes anónimos", se refieren a que no son personajes famosos, habituales de las crónicas periodísticas que nos rodean a diario gracias a la omnipresencia de los medios de comunicación. No se referían a Rajoy, a Zapatero, a Patxi López...sino a esos cientos de ciudadanos vascos que también manifestaban el dolor por la muerte de Antonio Puelles, otro vasco como ellos, asesinado por "terroristas anónimos". Y aquí sí es así, anónimos, porque, según el diccionario de la Academia:

"Dicho de un autor: Cuyo nombre se desconoce o se oculta."

Puede parecer correcto que, al no conocer el periodista de turno los nombres de todos los asistentes a la capilla ardiente, los llame sin más "anónimos". Lo cierto es que, para mí, no debería ser, pues es casi un desprecio, ya que etimológicamente significa "sin nombre". Y esos cientos de personas SÍ tienen nombre, tienen identidad, personalidad, pasado, presente, futuro, una biografía que tal vez solo sea interesante para ellos y sus familiares y personas cercanas, tienen pensamientos y sentimientos que expresan con su presencia. No se esconden, no ocultan su nombre, tal vez incluso lo dejen reflejado en un libro de condolencias, con su firma (véase la cuarta acepción del diccionario, por favor) .

Es habitual que en Internet se publique como anónimo, sin firmar, sin identificarse. En este blog ocurre con frecuencia en los comentarios de los lectores. Muchas veces ocurre así porque no sabe el comentarista como identificarse. Otras veces ha pasado que, por el contenido ofensivo o polémico del comentario, el autor quiere "nadar y guardar la ropa" cobardemente. Ya he dicho varias veces que no me gusta esa cobardía, que, por contra, yo sí me identifico siempre que escribo, además, en este blog que todo el mundo sabe de quien es. Por eso me disgusta más el empleo de ese adjetivo con personas normales y corrientes que, como hoy, dan la cara frente a los asesinos. Esos que se ocultaron cobardemente y dejaron la carga mortal en el coche de la víctima, para ver de lejos, impunemente, sin ser identificados, cómo moría el policía nacional. Eso sí que son cobardes, asesinos, alevosos, anónimos criminales, que tienen todo mi desprecio.

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