viernes, 26 de junio de 2009

Más "apañao" que un "jarrillolata"


Homenaje merecido a este objeto, que todavía se puede encontrar en muchos hogares. Y que es tan útil, ¿no?. De ahí que se diga eso, que es muy apañado: apañado2, da.

(Del part. de apañar).

1. adj. Hábil, mañoso para hacer algo.

2. adj. coloq. Adecuado, a propósito para el uso a que se destina.

Una jarrillo de lata es un recipiente que se puede usar como vaso para beber agua (¡qué buena está cuando se bebe aquí!), café , refrescos, vino u otros fluidos, para transportar esos líquidos, para medir o pesar ingredientes de cocina (arroz para el guiso, sal, harina, legumbres...) si sabemos su capacidad, para guardar pequeñas cosas que no deban estar ordenadas, para regar las plantas en sus macetas, para usarlo de florero, para decorar una repisa, sobre la balda o colgado de una alcayata. Es duradero al estar hecho de un material duro, pero flexible, por lo que no tememos que se nos caiga y se rompa, como si estuviese hecho de otro material más frágil (cristal, cerámica...) Pesa poco y se puede manejar con facilidad, por su pequeño tamaño y por su característica esencial, que lo diferencia de un vulgar vaso, por tener asa para sostenerlo sin emplear toda la mano o sin que te la quemes, si el líquido alojado en él está caliente. Su superficie puede estar pintada o no, puede ser lisa o estar adornada con algún relieve. Y si te lo llevas de viaje o excursión es fácil de transportar y nunca te quedarás sin usarlo. No hay duda, cuando a algo o a alguien se le dice que es más apañado que un jarrillo de lata, es que es una verdadera bendición, como esta vasija. ¡Qué hermoso instrumento!

Decía al principio que aún se puede encontrar en muchos hogares, aunque también tiene un tenaz competidor: el jarrillo de plástico. Este objeto, que se encuentra facilmente en tiendas de menaje y, sobre todo, en bazares y tiendas de chinos, marroquíes u otros comerciantes inmigrantes que inundan nuestras ciudades y nos ofrecen artículos más baratos, por estar fabricados en países donde los derechos humanos brillan por su ausencia, tiene la ventaja de poder fabricarse de muchos más tamaños y colores, lo que lo convierte además en un juguete ideal, al ser menos peligroso. De niño, sin embargo, también jugamos en casa con jarrillos de lata, más vulgares, pero siempre útiles y divertidos. Y, por desgracia, son menos los talleres donde se fabrica el objeto de mi homenaje de hoy. Bueno, menos en España, pues los bazares antedichos también los comercializan, de menos calidad que los antiguos, pero que los imitan.

En fin, podemos estar tranquilos, creo, por ahora. El famoso jarrillo de lata, o como decimos por aquí, el "jarrillolata", puede seguir teniendo una larga vida y dándonos utilidad, como para seguir siendo comparación de las virtudes de objetos y personas. Vamos, que seguirá siendo "apañao". ¡Que siempre nos acompañe!


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