viernes, 28 de agosto de 2009

Ayuntamientos y símbolos religiosos


"Este Cristo estará aquí mientras yo sea alcalde"

Luis Moreno, el alcalde socialista de Baena, ha rechazado totalmente las peticiones de IU de quitar el crucifijo del salón de Plenos del Ayuntamiento. Con contudencia y citando el artículo 16 de la Constitución, Moreno dejó muy clara su postura. Que el crucifijo se queda en el Ayuntamiento. Y no hay más que hablar

El plural

Luis Moreno es un personaje peculiar. Alcalde de Baena, senador por la provincia de Córdoba, es uno de los históricos ya del socialismo cordobés, presente en la vida provincial del partido desde que yo tengo memoria. De verbo fluido y ampuloso, siempre sereno en apariencia y buen argumentador, para lo que le sirve sin duda su formación académica y su profesión, son muchos los discursos que le he escuchado que me han parecido exquisitos en forma y fondo, a la vieja usanza. Y también un superviviente nato. Intentan cargárselo desde hace tiempo tirios y troyanos, a derecha y a izquierda pero sigue ahí como la esfinge de Egipto, inmutable “parmenídeamente” incólume (es profesor de filosofía en enseñanza media).

Ahora se ha hecho famoso por la noticia del crucifijo del salón de plenos. Es hábil don Luis, sabe que tiene un electorado que se considera católico y que le vota, dándole mayorías. Su semana santa es famosa en toda España. Y hace como muchos alcaldes, poner una vela a Dios y otra al Diablo. Pero ha sido demasiado astuto. Tiene razón cuando achaca a los concejales de IU, que pidieron la retirada del símbolo cristiano, su ansia para sumarse a procesiones y otros actos litúrgicos católicos, su incoherencia. En su argumento constitucional, apelando al artículo 16, que lee en su integridad, recalca el inciso final: “Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.” Pero se olvida de repetir la primera parte del párrafo tercero de ese artículo: “Ninguna confesión tendrá carácter estatal.”

Y habla de sectarismo y revanchismo (lo repite) en la iniciativa de pedir la retirada y pregunta si molesta ese cristo a los baenenses. Sectarismo, querido Luis, es dar prevalencia a un grupo de seguidores de una confesión religiosa, lo que ocurre con la presencia de esa cruz. Y revanchismo, ¿contra quién?, ¿contra esos baenenses católicos a los que no les molesta el crucifijo?. Poner un símbolo religioso no es cooperar (ya se hace eso con las millonarias subvenciones a la Iglesia católica). Pero esa no es la cuestión, amigo Luis, sino la presencia de ese símbolo en un lugar preferente del salón de plenos del ayuntamiento (un edificio oficial, estatal en sentido amplio), junto a las banderas y el retrato del rey. Eso lo hace convertirse en un “símbolo estatal” y es lo que prohíbe la constitución (“Ninguna confesión tendrá carácter estatal.” ).

Esta actitud seguro que le ha hecho ganarse la simpatía de los muchos miembros de las cofradías, incluso le han apoyado medios que antes le “crucificaban”. Pero, desde luego, también ha hecho un flaco favor a la libertad religiosa y a la necesaria separación entre Iglesia y Estado. Amigo Luis, esta vez, en el fondo y en la forma, te has pasado.


2 comentarios:

  1. Las cosas de la política municipal. La verdad que hasta que no vives el ambiente de estas zonas no te haces una idea. En Priego pasa más o menos lo mismo, yo nunca había visto a unos niños jugando a la semana santa con un paso en miniatura, hasta que estuve allí.
    Que tienes que admitir y comprender esa sensibilidad de buena parte de los ciudadanos, es normal en política. Sin embargo, cuando te pones a ensalzar y dar "vidilla" a estas cosas, te mueves en un terreno resbaladizo y complicado.
    Personalmente creo que en los cargos públicos se debería hacer una labor de delimitar el carácter institucional del catolicismo, de manera que haya marcos de libertad y la parte de la gente que no comparte esas creencias no se vea excluida de las celebraciones, actos y vida pública del pueblo (o de la ciudad). Además de quitarle "enseñoramientos" a algunos personajes eclesiásticos o ligados a la vida católica, que los ves pasearse como aquel que observa el jardín orgulloso de lo bien que tiene las flores.

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  2. Estoy de acuerdo con tu comentario, niño yuntero. Por eso los símbolos religiosos, sean los que sean, no deben aparecer en los locales oficiales, que son de todos. Otra cosa es que cada uno lleve los que más le apetezcan, pero equiparar un crucifijo a una bandera no es correcto, por muy mayoritaria que sea la parte de la población que gusta del crucifijo.

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