Empieza la semana más espantosa del mes de agosto. Y no solo porque se acabe el periodo de vacaciones de los que las tienen en este mes. Los que las tuvieron en julio y quienes las tengan en otros periodos menos convencionales del año también padecerán de esta “horribilis septimana”, empleando la expresión (pero adaptándola) que hizo famosa la reina Isabel II de Inglaterra. Me refiero a la semana en que la programación de los medios de comunicación, especialmente radios y televisiones, se ve alterada por la irrupción de dos novedades, para mí, irritantes (además de seguir reponiendo espacios, en espera de la nueva temporada).
Una novedad es la repetida presencia del síndrome post-vacacional como tema común y reiterativo en radios, televisiones y otros medios en general. Parece como si los que terminan su trabajo estival en estos medios decidieran que tenemos que deprimirnos por decreto, porque se acaba agosto. Algunos se irán de vacaciones, tras hacer la suplencia veraniega de las “estrellas” de su respectivo medio, y me los imagino disfrutando mientras preparan su merecido descanso anual, y vengándose de los que acaban su asueto estival, haciéndoles creer que les espera unas especie de monstruo antediluviano psicológico dispuesto a amargarle la vuelta al hogar y al trabajo. Todos los veranos nos sueltan la misma monserga y seguro que algunos, de tanto oírlo, terminan cayendo en las redes del puñetero síndrome. Tengo que recordarles a estos, que se repiten más que el ajo con el dichoso mal, que “no es noticia” algo que sucede de forma normal, como es su obsesión por hablarnos de ello cuando enfilamos el día 24 o 25, para adelante, del mes en que estamos.
La otra irrupción en los medios que me irrita es la entrada en los “descansos o bloques publicitarios” de dos tipos de reclamos, tampoco noticia por tanto, por ser habituales de estas fechas. Me refiero a los anuncios de “vuelta al cole”. Como si no nos amargaran los últimos días de descanso (quienes los tengan) con la enfermedad que comentaba, nos asustan con el dineral que tienen que emplear muy pronto quienes tienen prole en edad escolar. Ello da pie a periodistas de todo tipo para que entrevisten a padres, libreros, pequeños comerciantes (que siempre se quejan de la competencia de los grandes almacenes), portavoces de asociaciones de consumidores, etc y lancen al aire las mismas protestas de todos los años sobre el precio de los libros y material escolar, uniformes y demás parafernalia que supone un gran bocado en la economía doméstica de las familias. Ahora que en Andalucía los libros de texto son gratis, las protestas se centran en esa competencia desleal que denuncian los libreros y en la imposición de los centros privados de adquirir los libros en determinadas empresas, haciendo papel mojado del cheque-libro, que permite libertad para adquirir ese material. Curioso que ahora que el sistema del “cheque” que estos centros privados quieren implantar para todo el proceso educativo, justificándolo en la libertad de elección de centro, cuando ya se dispone en un aspecto de la enseñanza, como es el del libro, sea estropeado por su falta de respeto a esa libertad de los padres, en beneficio de intereses mercantiles espurios.
Pero el remate publicitario que hace espantoso esta última semana de agosto es la avalancha de spots sobre “coleccionables”. Libros clásicos, maquetas de objetos de todo tipo (coches, motos, barcos, aviones, castillos, palacios...), muñecas, muñecos, películas, biografías de famosos, dedales, polveras, pañuelos, minerales, fascículos, música de los sesenta, de los setenta, de los ochenta, cursos de idiomas, video-juegos, bricolaje, decoración, moda, cocina, héroes infantiles y juveniles, vajillas, cursos de pintura, de manualidades, de artesanías varias, de belleza, ganchillo, punto de cruz, pilates, colecciones de lepidópteros y otros bichos, dinosaurios, abalorios, modelismo y radiocontrol, instrumentos musicales, cromos antiguos y modernos, rosarios y figuras religiosas (vírgenes, cristos, santos, papas...), herramientas, recortables, juegos de cartas, monedas, sellos, miniaturas, relojes, antigüedades, botellas, latas, juguetes tradicionales, y muchos más “objetos de deseo coleccionables”, incluidos, como no, los éxitos en disco y vídeo del recién fallecido Michael Jackson (mira que me había librado hablar de él hasta ahora...), todo es susceptible de ser coleccionado, y por tanto, vendido en estas fechas de fin e inicio de otra temporada. Me agobian, como os habrá agobiado a vosotros la relación anterior, todos estos anuncios que cubren horas y horas de programación en radios y televisiones, y “adornan” el papel de los periódicos, y ahora también, las pantallas de nuestros ordenadores conectados a internet.
Si a esto, además de notar cierto cambio del clima y en lo temprano que se va poniendo el sol, añadimos que a mí me quedan pocos días de asueto, el panorama es para tomárselo con filosofía, con calma. Y para aprovecharse, que si añadimos algunas buenas tapas con sus respectivas cervezas fresquitas, y buena compañía, lo pasaremos mejor.
A mí terminan dándome alergia todos los coleccionables porque, si bien hay siempre alguno que te interesa, por lo general me aburro de comprar y no completo casi nunca la colección.
ResponderEliminarCuida tu espalda MARÍA y no dejes, cuando puedas, de pasarte por la red. Gracias por tus deseos, y que te mejores.
Besos.
Tu artículo muy verídico e interesante. Con todo esto terminamos siendo borregos en lugar de seres pensantes, consumidores sin tino, viviendo en la sinrazón en lugar de recorrer nuestro propio camino.
ResponderEliminarUn beso.
Bienvenida Orisel, a esta mi, tu casa. Espero que vuelvas y disfrutes.
ResponderEliminarComo dices, el fin de la temporada veraniega tiene un colofón consumista, sin sentido.
Un beso.