sábado, 7 de agosto de 2010

¿Qué fue antes, el huevo o la gallina?


Grandes preguntas han asaltado desde los albores de los tiempos a la Humanidad. ¿Quienes somos? ¿ De donde venimos? ¿A donde nos dirigimos? ¿Hay vida en otros planetas del Universo? ¿Hay vida tras la muerte? ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina? Pues ahora nos salen unos científicos con que primero fue la gallina. Lo justifican en un estudio sobre una proteína, la ovocledidina-17 (OC-17), presente en los ovarios de las gallinas, muy importante para producir la cáscara del huevo. Así deducen que un ave, que no era gallina, formó un embrión en un huevo (diferente a los que vemos en las granjas y supermercados), que se transformó en gallina. Aunque reconocen que hoy por hoy no es posible verificar científicamente esta hipótesis.

No sabéis el cabreo que me he cogido. Toda la vida pensando que las aves proceden de los reptiles, por evolución darwiniana. Ver esas patitas de los pájaros, con sus escamas, como las que vemos en lagartos, serpientes, y hasta en sus antepasados los saurios. Sus picos córneos, sus ojos, sus garras, tan similares, salvo por las plumas. Y lo clarito que era el proceso, pues los reptiles son ovíparos, como las aves, sus derivados, es decir, ponen huevos. Y vienen estos a tirar por tierra la importancia del huevo. Pues me rebelo.

El huevo es importante, hermoso, redondeado, duro y frágil a la vez. No solo para aves y reptiles, moluscos e insectos, es importante para el hombre. Nos comemos los huevos de las gallinas (fritos, pasados por agua, duros, escalfados, revueltos, al plato, en tortilla...), o de otras aves, como las codornices (incluso de las avestruces). Los huevos de pescado, las huevas, son un manjar exquisito para muchos. Y que decir del famoso y carísimo caviar, las huevas del esturión. El huevo ha permitido, además, en nuestro idioma construir numerosas locuciones: hacer algo a huevo (sin tener en cuenta las opiniones de los demás), machacarse los huevos (aceptar con resignación una situación, una tarea o una obligación), pisar huevos (andar despacio), venir algo a huevo (necesariamente, a tiro), tener o echar huevos (ser valiente), parecerse un huevo a otro (ser iguales), parecerse como un huevo a una castaña (comparar algo diferente, aunque parezca semejante a otro) ...Hasta parte de la anatomía masculina solemos llamarla huevos, como también lo es la célula que se forma por el gameto masculino unido al femenino (óvulo), que así mismo también se le puede conocer de esta manera.

En fin, ¿a qué viene el intento de rebajar la importancia evolutiva del huevo, dando preeminencia a la gallina? Ay, ay, ay, qué ganas de sacar noticias en época de sequía informativa estival. Repito, me rebelo, el huevo fue anterior a la gallina. He dicho. Que ser gallina es ser cobarde. Echémosle huevos al tema. Me he comprado una camiseta que lo deja bien claro, con rotundidad. “CON UN PAR” reza el lema. ¿Faltan más explicaciones?. Pues las damos, por si acaso. El niño fue también a una tienda de la misma marca navarra de camisetas y me trajo otra que nos enseña los pasos evolutivos: primero el huevo, luego, de él, sale el polluelo, éste crece y se convierte en gallina...y el fin es...el pollo frito. Su nombre: OVOLUTION. Hay que ser huevón para pensar otra cosa. 

A propósito, esta camiseta me recuerda una anécdota de la juventud. Cuando iba al instituto a cursar el bachillerato, dimos latín. Yo opté por las letras, así que tuve varios cursos. Uno de los profesores de latín no se distinguía precisamente por su sentido del humor, así que casi a final de curso decidimos darle una broma. Este profesor nos ponía deberes, consistentes en analizar sintácticamente y en traducir frases de autores conocidos que nos seleccionaba cada día del manual de clase. Al día siguiente debíamos evaluar el trabajo, para lo que sacaba a la pizarra a alguien para que expusiese su trabajo. Eran los tiempos del punk (fines de los años setenta), y cierto cantante de nombre entonces diminutivo, que no diré, por ser famoso ahora al defender a la SGAE, hizo popular un lema, que decidimos traducir al latín, para que un voluntario saliese a la pizarra a explicarlo. Hicimos nuestro trabajo con esmero, traduciendo al estilo clásico, como si la frase fuese propia de Virgilio o Cicerón, y elegimos al voluntario, que al día siguiente la introdujo entre las frases que nos había ordenado el profe trabajar. Inmediatamente que la vieron, las empollonas (otra vez la alusión a los huevos) gritaron: “Don José, esa frase no entraba en los deberes”. Entonces el profesor de latín, se levantó y leyó en voz alta: “POLLI FRICTI REX SUM”. Y tradujo, mientras asomaba una sarcástica sonrisa a través de su barba: “SOY EL REY DEL POLLO FRITO”. Las carcajadas inundaron el aula. Hasta las empollonas de la primera fila de pupitres se relajaron riendo. Por suerte no le sentó mal la broma, incluso nos dijo que había sido muy bien construida. Y eso que podía habernos castigado....se lo habíamos puesto a huevo.



Pero, volvamos al asunto en cuestión. Yo defenderé la pre-existencia del huevo, su preeminencia, su importancia. Y, paradójicamente, “no es por el huevo, es por el fuero”. Es decir, por principio, oiga. Que estos científicos prometen mucho y no dan nada, que “cacarean y no ponen huevos”. No nos revelan nada nuevo de lo que ya sabemos de la evolución, salvo su punto de vista opuesto...y no demostrable, según su propia confesión. 

Y dejo ya de hablar de huevos, pues uno tiene ya una edad en la que abusar de estos productos de las aves no viene bien para controlar el colesterol. Que tiene narices el dichoso alcohol esteroídico, tan de moda en análisis clínicos de estos tiempos modernos. O sea, que, como dijo aquel presidente del congreso de los diputados y nefasto ministro de defensa: “Manda huevos”. Con un par....

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