viernes, 17 de septiembre de 2010

Deportaciones

Causan indignación, vergüenza y asco las deportaciones de gitanos rumanos y búlgaros que está realizando Francia, antes patria de los derechos humanos, de las libertades, aquella nación que hizo una revolución para acabar con el antiguo régimen, con el absolutismo y la tiranía. Libertad, igualdad, fraternidad, términos que son papel mojado, gracias a la política de Sarkozy. Un personaje que se ganó la fama como un duro ministro del interior, aplicando la fuerza contra los inmigrantes, copiando el discurso del ultra Le Pen, para quitarle sus votos extremistas,  y duro también hasta con sus propios compañeros de partido.
 
Entiendo que Zapatero quiera evitar problemas diplomáticos con Francia, por las declaraciones de Reding, la vicepresidenta de la Comisión Europea. Pero otros no tenemos "obligaciones internacionales", por eso podemos hablar claro. Sin duda, la Francia democrática actual no es la del régimen del mariscal Petain. Eso no quita que recordemos democracias que son o fueron racistas y, por tanto, condenadas internacionalmente, como fue el caso del régimen del apartheid sudafricano, muy democrático para los blancos, pero discriminatorio y atentatorio contra los derechos humanos de los miembros de otras razas, principalmente los negros.


Hemos de recordar que la política racista del régimen nazi alemán, del que era vasallo el "estado títere" de Vichy, empezó a aplicarse con la reclusión en barrios (guetos), luego las deportaciones y más tarde los campos de concentración...llegando a la "solución final" (eufemismo que recuerda a la erradicación de una plaga) en el último momento (campos de exterminio). No digo que eso se vaya a producir en Francia, pero el amparo y fomento de la xenofobia y el racismo hacen temer lo peor. La violencia ha sembrado de terror muchos barrios de inmigrantes en el país galo. Y no creo que debamos quedarnos de brazos cruzados esperando que esto no vaya a más. Por eso es necesario ese expediente de investigación que ha incoado la Unión Europea, pues, sean los motivos que sean los que impulsan esta política de deportaciones, es un claro atentado a la normativa de libre circulación y establecimiento por todo el territorio de la Unión de cualquier ciudadano de todos los estados miembros.

Lo que es intolerable es la reacción de Rajoy, junto a sus diputados en el Parlamento Europeo, contrarios a esta investigación. Sus últimas palabras de apoyo a las deportaciones masivas son una burla. Dijo: "Yo respeto la decisión que ha tomado un Gobierno que tiene un apoyo muy mayoritario. En cuestiones de inmigración lo importante es el orden y el control. Además hay que cumplir la ley y estoy convencido de que el Gobierno francés hizo todo dentro de la legalidad, como no podía ser de otra manera". Pues no, señor Rajoy, la legalidad impide esas expulsiones indiscriminadas, solo por el hecho de pertenecer a una etnia y un estado diferente. Pero ya sabemos de la política de inmigración del PP: mano dura, para contentar las veleidades ultraderechistas de los cabreados. Y su amistad con el mandatario francés es de sobra conocida. 

Una pena la reacción de los estados europeos, poniendo paños calientes en este asunto, desviando la atención. Si alguien quería protestar por la comparación con el nazismo, que hubiesen dicho algo sobre las palabras de Benedicto XVI en Gran Bretaña, cuando ha relacionado ateísmo con nazismo. Que alguien que perteneció al ejército nazi alemán en su juventud, quiera arrimar el ascua a su sardina religiosa atacando a los que no creen en su fe, de esta manera tan manipuladora y embustera (los nazis no eran ateos, sino adoradores de los antiguos dioses germanos), sí que debería haber sido condenado. Pero como es otro jefe de estado, el de la última monarquía absoluta europea, no se dice nada. Y encima pronto le tendremos que pagar con nuestros impuestos su viaje a nuestro país.

4 comentarios:

  1. Schevi, sinceramente, no creo a que Joseph Alois Ratzinger, hoy Benedicto XVI, se le deba considerar miembro de las Juventudes Hitlerianas en 1941, siendo seminarista, con 14 años, y soldado del ejército alemán a continuación, en 1943.
    Tú no has vivido aquellos años, yo sí y tengo muy vivos los recuerdos de aquella terrible época. Aquellos regímenes totalitarios afiliaban obligatoriamente a los adolescentes y estudiantes a sus organizaciones juveniles. Así, en España, a todos los estudiantes universitarios nos afiliaban al S.E.U., y eso no quiere decir que fuéramos falangistas. A las chicas, a la Sección Femenina.
    Si ganabas una oposición, en el trámite de la toma de posesión figuraba que habías jurado fidelidad a los principios del Movimiento y leyes fundamentales del Reino (de eso no se libró ni Juan Carlos de Borbón, hoy rey constitucional de España).
    En cuanto a ser soldado en la Segunda Guerra Mundial, menos aún, ya que todos los jóvenes fueron movilizados en los años finales de la guerra, después de Stalingrado, cuando los rusos pasaron a la ofensiva.
    Recuerdo a algunos jóvenes alemanes en Madrid, aún adolescentes, que fueron arrancados de sus hogares y llevados a Alemania para ingresar en filas, así el hijo de mi profesor particular Herr Schneider.
    No es mi deseo polemizar sobre un tema tan delicado y doloroso, sino aportar un conocimiento directo del tema, que muy pocos tienen a estas alturas, 65 años después de terminada aquellas terrible guerra mundial.
    Saludos.

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  2. Tampoco quiero polemizar, amigo Octavio. Lo que digo es que alguien que formó parte del ejército alemán debe conocer mejor el nazismo, como para compararlo con el ateísmo. Y él, truculentamente, lo hace. El ateísmo es un fenómeno muy anterior al nazismo, y hasta muy anterior al nacimiento de Cristo y de algunas religiones hoy "mayoritarias". Además los nazis no eran ateos, su movimiento nace de unos grupos esotéricos, sociedades secretas que pretendían el renacer de las tradiciones germánicas. Unidos al nacionalismo pangermanista. Todo fruto del romanticismo alemán del XIX, y alentado por el resentimiento de la derrota en la primera guerra mundial. La colaboración entre la Iglesia alemana y los nazis fue lamentada por la propia Conferencia Episcopal de ese país. Aunque también es cierto que esa colaboración no fue del todo amistosa, que hubo sus recelos, terminando enfrentados. La ideología ultra-conservadora sí es elemento común, empero, entre Ratzinger y la derecha radical.
    Yo sí viví, aunque por poco tiempo (nací en 1961 y Franco murió en 1975), eso del ecuadramiento obligatorio en las estructuras del régimen de Franco. Estuve en la escuela del "Patronato del Frente de Juventudes" (en el edificio de la actual casa de la juventud), donde el ambiente era para-militar y de glorificación falangista. Y en otros centros escolares la liturgia fascista se prolongó hasta la muerte de general. Sé, por tanto, lo que significa, se aceptase o no de buen grado esa "integración". Por ello conozco desde dentro el fascismo, también. A mí no se me ocurriría decir que el fascismo es ateo, por tanto. Y eso es lo que ha hecho Benedicto XVI, personificándolo en el nazismo. Esto también hiere sensibilidades, y por eso sus palabras han levantado polémica.
    De todas maneras la referencia al papa es incidental. Lo grave es la práctica de las deportaciones, que, desgraciadamente, no han recibido el mismo rapapolvo por parte de los representantes de los estados que la mandataria europea que las ha criticado, usando también al nazismo como comparación.
    Saludos.

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  3. Está claro que esta política de expulsión masiva es populista e injusta. Yo también estoy en contra de la existencia de poblados chabolistas con cientos o miles de personas viviendo en la pobreza y niños sin escolarizar, focos siempre de problemas. Pero seguro que pensando un poco más allá del calentón inicial se nos ocurre una posible solución de verdad y no una venganza que eterniza el problema.

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  4. Estoy contigo, Quinto Forajido. En España, sobre todo en Andalucía, llevamos muchos años trabajando por la integración y la mejora de la calidad de vida de los gitanos. Muchos más años de lo que opina Eduardo Madina, por cierto, que cree, según ha dicho hoy en la SER, que esto solo se viene haciendo desde 2004, con Zapatero en el gobierno (Hay socialismo y hasta vida fuera de Zp, compañeros de la dirección del PSOE). Lo que no vale es haberse traído muchos rumanos como mano de obra barata y ahora que viene la crisis, echarlos como sabandijas. Para eso que no se hubiesen dado prisa Aznar y sus correligionarios europeos en haber integrado en la Unión Europea a muchos países del este.

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