El galápago es lento, lento como otras tortugas. Torpe en la tierra, pero se mueve en el agua con más facilidad. El galápago nadaba entre las plantas del río. Buscaba su alimento en la tórrida tarde del verano.
El agua está fresquita, claro. Pero nadar también es cansado. ¿Y si buscamos una embarcación?. Así podrá moverse sin esfuerzo, ¿no?. Qué suerte de que el río no venga limpio. Otear, escudriñar las aguas desde el puente de mando de nuestro navío, como el capitán del barco. Pronto gritará: "comida a la vista". Y de nuevo se sumergirá en busca de una buena pesca. Mientras tanto el sol le repondrá las energías.
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