Un 30 de septiembre, tal día como hoy, en 1950, nació la serie de dibujos animados Los Picapiedra. Una de mis series preferidas de la infancia. Una familia de clase media, unos currantes acomodados viviendo en la edad de piedra, conviviendo con animales prehistóricos y con inventos y costumbres muy actuales, pero adaptadas a las teóricas condiciones de vida de entonces. Eso era lo que la hacía divertida y te enganchaba, que era reconocible todo lo que salía en ella: ciudades, carreteras, electrodomésticos, viviendas, instituciones sociales (familia, escuela, policía...), empleos, el ocio (cines, bares, la bolera, los clubes sociales como los “búfalos mojados”...). Además se presentaba con gran sentido del humor, siendo sus principales protagonistas, Pedro Picapiedra y Pablo Mármol, dos anti-héroes típicos, cotidianos, cercanos.
En esa época también tenían vehículos, unos tirados por dinosaurios (hasta aviones) y otros movidos por tracción humana, como era el troncomóvil que conducía Pedro. Una buena carrera con sus pies ponía en marcha el troncomóvil. Y para frenar también era preciso hacerlo clavando los pies en el suelo el conductor. Ni que decir tiene que el tamaño de sus extremidades era proporcional al esfuerzo que tenían que realizar. Y los callos y otras dolencias en los pies, seguro que eran mayores que las que yo padezco desde hace dos años. El final de la serie siempre era la vuelta a casa en troncomóvil desde un cine, parando para comprar una buena costilla de brontosaurio para llevarla a casa a la cena. Además de luego salir de casa para dejar la botella vacía al repartidor de leche y al “gato” (tigre de dientes de sable) fuera, cuando es Pedro el que es echado y grita eso de “¡Vilma, ábreme la pueeeeerrrtaaaaa!”.
Mira que cosas. El troncomóvil sigue existiendo en nuestro corazón y memoria, a pesar de haberse cortado en 1966 la realización de nuevos episodios. Alguien se ha hecho su vehículo troglodita particular, como muestra la fotografía, aunque es un “modelo” diferente al de la familia Picapiedra. Un homenaje al “automóvil” primitivo. Y este medio, con la serie, también cumple 50 años. Aunque si nos atenemos al contexto histórico, posiblemente éste, el troncomóvil, sea el coche más antiguo de la historia, y hasta de la prehistoria.
Sí, _MARÍA_, mi infancia también fue de dibujos animados en blanco y negro. No sé si llegué a ver los Picapiedra alguna vez en color después. Lo cierto es que la imaginación de un niño colorea cualquier cosa, aunque la realidad sea tristemente gris.
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