Mitra, mediador entre el bien y el mal. Dispensador de luz y bienes, mantenedor de la armonía del mundo, guardián y protector de todas las criaturas. Nace el veinticinco de diciembre, próximo al solsticio de invierno, hace crecer la luz alargando los días, sacando la vida lentamente de su letargo invernal, glorificando la fertilidad de las plantas, los animales y los humanos. Deviene en Sol Invictus, el sol victorioso que renace de la oscuridad del invierno, simbolizado en la corona de rayos que porta. Nació en una cueva, fue adorado por pastores y magos. Sacrificó al toro, que dio trigo (de su cuerpo) y vino (se su sangre), y la luna transformó su semilla en los animales, los que le ayudaron y los que los hombres aprovecharon, gracias a su bondad.
Sol Invictus: haznos renacer del mal tiempo, retira las nubes, entroniza la luz y el calor, y aparta de nosotros las catástrofes.
A tu Obispo va :-P
ResponderEliminarSeguro que el obispo de Córdoba, y el de otras muchas diócesis saben esta historia, como yo...aunque les pese.
ResponderEliminarEstos cristianos siempre copiando historias sin pagar derechos de autor jejejeje
ResponderEliminarDesde su mismo nacimiento, Quinto Forajido. Es lo que pasa con las sectas (sectas en el sentido de separación, que se desgajaron del judaísmo), que tienen mucho de otros credos. Y, por supuesto, nunca llegan a reconocerlo.
ResponderEliminar