lunes, 20 de diciembre de 2010

Obvios imperativos


Hace años, cuando estaba en la facultad, el profesor de Derecho Administrativo nos entregó, como otros, una ficha para que la cumplimentáramos con nuestros datos y se la entregáramos. Daba igual que fuese en clase o en el departamento, pero prefería que fuese en este último lugar, para que la devolución fuese lo más rápida posible y así tener completo el fichero de alumnos. Nos dijo que podíamos dejársela echándola por debajo de la puerta. Yo, en un momento de lucidez bajo cero, pero preocupado de que le llegara la cartulina, le pregunté: ¿podemos ir en cualquier momento?, ¿y si no está usted en el departamento?. "Échela por debajo, como le he dicho...no creo que que se vayan a llevar la puerta", me contestó sonriente. Mientras, mis compañeros y compañeras que escucharon la conversación, rieron sin reparos. Entonces me percaté de lo ridículo de mi pregunta. 

Hay veces en que toda precaución es poca, y otras en que demasiada preocupación es excesiva, hasta hilarante. Es lo que nos pasa con lo que indica este letrero a la entrada de un edificio: "Si la puerta no se abre, NO ENTRE". Ahora bien, con la anécdota que he recordado al verlo y os he contado, tendríamos que añadir....a menos que se hayan llevado la puerta, como podía haber pasado con la del departamento de Derecho Administrativo, obviamente.

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