jueves, 2 de junio de 2011

Poder adquisitivo

Las comparaciones son odiosas, sobre todo si se trata de dinero. ¿A alguien le puede parecer raro que nos hayamos fastidiado tanto económicamente en estos años, como nos hemos dado cuenta con la dichosa crisis? Nos creímos más ricos y eran otros los que hacían su agosto, sin que nos diésemos cuenta. ¡Cómo nos engañaron con el euro!

(Otra imagen interesante, de esas que se reciben por correo electrónico)

7 comentarios:

  1. Excelente comentario el tuyo en la entrada titulada "Pepinos y Europa", que se ilustra con este cartel que exhibe uno de los "indignados" de la Puerta del Sol, mostrando la desproporcionada evolución de salarios y precios en el período que va de los últimos años de la peseta como divisa monetaria nacional a la precipitada entronización del euro en nuestra economía, que tal fue aquel irreflexivo cambio.
    Ahora bien, a mí no me engañaron con el euro ni con el ominoso procedimiento de ingreso en la Comunidad Económica Europea, amigo Schevi.
    De ello tengo la mejor prueba, que es el escrito publicado como prólogo a un libro de economía en Editorial Plaza, de Barcelona, en enero del año 2000.
    Decía, entre otras muchas cosas:
    "Ahora bien, es a partir del momento en que se produce el ingreso de nuestro país en la Comunidad Económica Europea (CEE) cuando el sector lácteo español tanto el de producción ganadera como el de transformación industrial va a enfrentarse con un problema de muy diferente carácter a los que hasta entonces había ido resolviendo satisfactoriamente. Se trataba de un problema primordial que afectaba a la supervivencia misma del sector y cuyo control excedía a las posibilidades de los industriales y ganaderos afectados.
    Si hasta ese momento del ingreso en el mercado comunitario se había seguido el camino correcto de hacer Europa desde España, es decir, desde la aceptación del desafío económico e industrial en condiciones de igualdad con los países comunitarios, a partir de entonces se invertía la marcha, imponiéndose al sector lácteo español la obligación de competir con el de los restantes países de la CEE en condiciones de ominosa desventaja. Esas condiciones no tenían, en realidad, otra conclusión posible que la entrega del mercado español a los ganaderos e industriales de dichos países. Y para hacer más intolerable, en el plano moral, la situación, desde el poder político que había consumado tamaño desatino se decía que había que dar la batalla por la competitividad.
    Había ocurrido lo que nuestros regeneracionistas de comienzos de siglo, los decididos partidarios de la europeización de España, habían tratado de evitar con sus advertencias de europeización inmediata, pero sin desespañolizar, de europeizarnos conforme al genio de nuestra raza para que no nos europeícen los europeos mismos, «cobrándose el servicio en ventajas comerciales...» (Costa); de que seamos «manantial y no cisterna», pues «el hecho de que importemos más que exportemos es sólo la concreción comercial del hecho mucho más amplio y grave de nuestra extranjerización.» (Ortega)."
    (Seguirá)

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  2. (Continuación)
    "Mucho me impresionó en su día la lectura de Las almas muertas, de Nicolás Gogol, y no puedo evitar que venga a mi memoria cuando considero el estado de cosas a que hemos llegado por imperativo de las condiciones que la Unión Europea nos impone, con el acuerdo de nuestros políticos. En aquella novela inconclusa, un pícaro alto funcionario, Paviel Ivanovich Chichikov, consejero de Estado, recorre los campos de Rusia, las grandes fincas señoriales, comprando siervos fallecidos pero aún no censados como tales comprando meras listas de nombres; se llamaba en Rusia almas a los siervos rurales, con el objeto de especular con ciertas subvenciones estatales.
    Pues bien, andamos hoy en España especulando con las ayudas comunitarias a tal o cual cultivo, a esta o la otra producción o a su abandono, real o fingido, sin que las leyes del mercado ejerzan su saludable tarea de selección, y nos llamamos hipócritamente a escándalo cuando aparecen casos de picaresca o corrupción en torno a estas prácticas. ¿Pues qué? ¿No es todo esto de las ayudas comunitarias una gigantesca picaresca urdida, no por nosotros, los pícaros mediterráneos, europeos del sur, sino por los pretendidamente serios europeos del centro y el norte del continente? Nuestra picaresca no es sino ingenuidad lo aprendí cuatro décadas atrás, en el estudio de Lazarillo, de la mano de don Francisco Maldonado de Guevara, maestro incomparable, mientras que la de ellos es sagacidad; consciente, lúcida, tramada sagacidad.
    Parte de las ayudas comunitarias no son, en realidad, tales ayudas. Son, más bien, compensaciones a cambio del abandono de nuestra producción en sectores en los que otros países comunitarios los países nucleares de la Unión Europea son excedentarios.
    ... ... ...
    Ahora bien, el coste social y económico del paro no lo soporta la Unión Europea en su conjunto, sino que lo soportan los países; en nuestro caso, lo soporta España, lo soporta el sistema de seguridad social español, lo soportan los españoles y españolas, conciudadanos, hermanos nuestros. Si algún día nuestro sistema de seguridad social quebrase o se resintiese y ya ha sufrido una primera devaluación con la fijación de las pensiones máximas, que ha sido, en realidad, una expropiación de cotizaciones satisfechas por los trabajadores afectados, no vendrán los restantes países comunitarios a inyectar fondos en él para garantizar las pensiones de los españoles. Dirán, simplemente, que los españoles son malos administradores; que trabajan poco y viven por encima de sus posibilidades. Porque los ciudadanos jubilados de esos países seguirán percibiendo sustanciosas pensiones precisamente las que su capacidad productiva les garantiza y seguirán viniendo a disfrutarlas a orillas de nuestro Mediterráneo, en espléndidas urbanizaciones servidas por mano de obra abundante y razonablemente barata. Y nuestros políticos, constituidos en clase social dominante, en nueva aristocracia, dirán al pueblo que, en un país de servicios, como es el nuestro, el sector turístico es una bendición porque equilibra nuestra balanza comercial; y que esa bendición se debe a su previsión al negociar las condiciones de nuestra adhesión a la CEE en 1986, y al tratado de Maastricht, y a lo que viniere."
    Saludos.

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  3. Impresionante, y la verdad es que recuerdo alguno de esos precios pre-euro y no son inventados, los de ahora tampoco.
    Y de la subida del IVA ya no se habla...

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  4. Muy bueno Schevix lo vi en la concentración del movimiento 15-M en mi ciudad.

    Verídico como la vida misma que diría el Gandía.

    saludos,

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  5. Amigo Octavio, es una pena que los euroescépticos sean los que lideren el proceso de integración (sic), por eso ocurre lo que cuentas. Con el caso de los pepinos se está llegando al extremo del abuso. Las indemnizaciones pretenden que sea la Unión quien las pague, no Alemania. Así, una vez más las víctimas terminarán siendo las culpables y las que paguen el castigo por la infracción de otros.

    Un saludo.

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  6. Euphorbia, el euro ha sido una verdadera estafa para algunos europeos, en lo que a precios se refiere. Lo del IVA es otra cuestión, más relacionada con la equidad a la hora de contribuir a las arcas públicas, con la crisis, o mejor dicho, para sufragar las medidas tomadas contra la crisis. Es una vergüenza que partiésemos de superávit en las cuentas públicas hace años y ahora tengamos un déficit por el Plan E y otras medidas que no han beneficiado a los menos favorecidos, y que tendremos que pagar por igual, independientemente de nuestro poder adquisitivo.

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  7. Verídico, muy verdadero, Miguel. Gracias. Cuando recibí la foto no me lo pensé en publicarla. Se te queda una cara de tonto...

    Un saludo.

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