Primavera en las alturas

(Foto: Eli Manzano)

¡Ya está aquí la primavera! Ya tenemos alterada la sangre de forma oficial, y buscando en nuestra anatomía el brujulear de los sentidos. Los días empezarán a ser más cálidos. Las mañanas se tornarán frescas, las tardes se alargarán (sobre todo cuando nos cambien la hora), las noches se adornarán con el perfume de las flores. Puede que hasta la lluvia vuelva a sofocar estos calores anticipados, que han secado campos y arboledas.

Por San Blas vino la cigüeña. O tal vez no. Quizás no se fue, posiblemente se quedó ocupando su nido del año anterior, o de años anteriores. Preparando, con su pareja, el nuevo hogar donde criar a su próxima descendencia. Vemos a las cigüeñas, acurrucadas amorosamente, entre los azulejos desconchados. Dándose calor en la fresca mañana, sobre el nido de la torre de la Arciprestal. Ensimismadas y ensambladas, acorazonadas, formando una emplumada figura blanca y negra, plena de simetría. Medio escondidas. Ajenas a la tercera en discordia, la paloma que parece observarnos, mientras vigila el horizonte, no vaya a ser que molestemos a la pareja mayor. 

Sí, la primavera asoma por lontananza y nuestras zancudas amigas la esperan con promesas de íntima satisfacción.