Fernando Berlín nos ha recordado en su blog esta escena de la película Casablanca, que vemos en el vídeo. En ella los alemanes cantan himnos de guerra, celebrando su dominio en el territorio marroquí, colonizado por Francia. En el país galo está instaurado el régimen de Vichy, un gobierno títere de los alemanes, tras la rendición a las tropas nazis en la Segunda Guerra mundial. En las colonias también se extiende su gobierno. Por ello, los alemanes pueden propagar la guerra sobre otras partes del globo, con la colaboración traidora y cobarde del régimen sumiso al invasor germano. En el café de Rick se vive la tensión. Rick (Humphrey Bogart) duda entre ayudar a su antigua amante Ilsa (Ingrid Bergman), pareja ahora de un miembro de la resistencia, para escapar de la opresión nazi, o continuar al margen haciendo negocios. Sin embargo, permite que se interprete La Marsellesa, cuando Laszlo, el esposo de Ilsa, se lo pide a la orquesta, mientras el capitán corrupto Renault observa, entre complacido y servil a los alemanes, jugando, como en toda la película, a dos bandas.
Ayer hubo elecciones en Francia y ganó Hollande, el candidato socialista, partidario, además de los necesarios ajustes, de frenar la destrucción del estado del bienestar y de estimular la economía con medidas públicas para favorecer el crecimiento. Es como la nueva resistencia, frente a la "invasión germana" de la austeridad a toda costa y del adelgazamiento hasta la inanición del estado. Lo contrario de lo que propone Merkel y que sigue sin discusión dogmática Rajoy. La alianza Sarkozy-Merkel ya está finiquitada. El viejo Vichy se esfuma del horizonte, dejando paso a una nueva esperanza. Como la que deseaban los cantantes del himno revolucionario francés en el café de Rick. ¿Será Rajoy un nuevo Ranault? ¿Será Rick? ¿Seguirá comportándose como el mayor Strasser, el represor? ¿Y qué papel representará Hollande, en una Europa cada vez más desorientada y enfadada, como demuestran los resultados en su país, en Grecia, o en algún estado alemán? El tiempo lo dirá. Disfrutemos hoy al grito de libertad, igualdad y fraternidad, conceptos cada vez más necesarios. "Siempre nos quedará París".
Algún día nos lo explicas, María.
ResponderEliminarOjalá el nuevo presidente francés no sea "seducido" por la canciller germana. Díficil. Vale, me apunto a tu prudencia.
ResponderEliminarUn beso.