Parece que toca hablar del resultado de las elecciones de Cataluña del día 25. Rajoy ha hablado hoy de fiasco para la estrategia de Artur Mas. Por una vez, y sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo. Ha sido un fiasco, y un fracaso también el proceso electoral en general. Pretendía el "President" ampliar su mayoría al calor del avance del independentismo. Una estrategia para ocultar sus tropelías al frente de la Generalitat, con los recortes que han copiado en el PP nacional, con el euro por receta (también copiado por el PP de Madrid), los despidos y las subidas de impuestos, para culpar a España por su nefasta y antisocial gestión, para tapar los escandalosos casos de corrupción. Una estrategia que tenía un claro aliado, el PP, que se relamía de gozo con toda esta "tinta de calamar" derramada, que también le servía para tapar su desastrosa gestión de la crisis y el furibundo ataque al Estado del Bienestar, como ya denuncié otro día. Esa estrategia, a la luz de los votos y escaños, ha fracasado. CiU ha perdido en ambos terrenos. Si se adelantan unas elecciones es porque no te dejan gobernar y porque los sondeos te dan una victoria mayor, no para empeorar. Lo de Mas es de chiste.
La alegría del PP no tiene razón de ser, tampoco. Ellos no han triunfado, o mejor, han fracasado, también. Pretendían convertirse en segunda fuerza política y han pasado de tercera a cuarta, otra vez por detrás de los socialistas. Para triunfar, como nos han querido vender, no basta que alguno de tus enemigos pierda. ¡Menuda alegría! Han subido en votos y un escaño, pero en relación al aumento de participación lo suyo es una "propinilla". Sobre todo si lo comparamos con sus "competidores" del nacionalismo españolista, los de Ciutadans, que sí que han rentabilizado su posición con un aumento considerable: 9 escaños frente a los tres de 2010. Pero, ya se sabe, en España, todos los partidos ganan en la noche electoral. Así nos va.
El independentismo sí ha sido eficaz para el partido soberanista por excelencia, ERC. Han pasado a ser la segunda fuerza política, conformando con CiU y los nuevos de la CUP (3 escaños) la mayoría independentista del parlamento. Porque eso no ha cambiado, señores liberales españolistas. El "bloque" ha perdido apoyos, pero mantienen una mayoría fuerte. Los antiguos socios catalanistas del tripartito de izquierdas (qué lejos queda ya eso, solo recordado como excusa por la herencia y tal y tal...) tienen motivos para estar contentos. Los verdaderos independentistas, envalentonados con la Diada pasada, son los que les han dado la victoria. No se fiaban de una CiU claramente oportunista. Tienen llave para el gobierno, pero con solo el punto en común del dichoso "derecho a decidir" en el programa. Me encantaría ver las negociaciones sobre los recortes, las privatizaciones, etc entre CiU y ERC para un programa de gobierno. ¿Qué pesará más: la nación o el estado del bienestar, el referéndum o los derechos sociales? Que no canten tantos himnos de victoria. Veremos.
Y ahora la izquierda. IU avanza, pero un pelín, como el PP. El descontento de la gente de izquierda con Zapatero no lo capitaliza tampoco, pues el PSC sigue por delante aunque pierda escaños. El problema de IU sigue igual, elección tras elección. El sorpasso de Anguita (de nuevo en los foros políticos) sigue siendo un sueño muy lejos de alcanzar, digan lo que digan. Los comunistas son un peso muerto que, cuando salen de la historia, lastran a quienes se unen a ellos.
Para acabar, el PSC. Otro fracaso. Pérdida de 18 escaños. Aunque sea segunda fuerza política en votos, es tercera en el nuevo Parlamento. Siguen pagando los platos rotos del tripartito, cuando pesó más lo identitario que lo social. Pierden su electorado natural a chorros. Aunque las previsiones fuesen más pesimistas, tampoco pueden alegrarse del resultado. El que Carme Chacón se pasease por entre los militantes ayer sin decir ni pío da una idea de que algo más importante que lo de ciertas caras es lo que está fallando (que también). El PSOE tiene un gran problema, tras perder todas las elecciones desde el año pasado (municipales, generales, andaluzas, gallegas, vascas y catalanas). ¿Será capaz, como pretende, de recuperar el apoyo perdido en este tiempo?
En resumen, las elecciones, no solo la estrategia de Artur Mas, han sido un fiasco, un fracaso. El panorama no augura mayorías coherentes. El problema del soberanismo sigue en el aire, no hay una mayoría dispuesta a enterrarlo, sino todo lo contrario (¡menudo éxito del PP!). Los problemas por la crisis de los ciudadanos no encuentran quien los afronte con seguridad y seriedad, respetando sus derechos políticos y sociales (¡menudo éxito de la izquierda!). Los votantes no aclaran el panorama, por lo que la consulta en sí es un fracaso. No se hacen elecciones para emborronar aún más el arco parlamentario. El fracaso de los políticos es evidente. El fiasco incuestionable. Y mientras tanto, más dinero para los bancos, más despidos, más servicios públicos cerrados... Suma y sigue. Aquí no pasa nada. La vida sigue igual.
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