La felicitación de Jesús Posada

Otra polémica, señoras y señores. El presidente del Congreso de los Diputados, Jesús Posada, ha inaugurado el Twitter del Congreso con una felicitación de Navidad. Algo que no me parece raro, pues ya llevamos varios días con las calles iluminadas, a pesar de la crisis, recordándonos que en este mes es Navidad. Así que no me extraña que aproveche la ocasión para desearnos feliz navidad y año nuevo. Además, en las cuatro lenguas que tenemos en España. Todo muy diplomático y políticamente correcto en estos tiempos de pujantes nacionalismos. Pero a alguien no le ha gustado que la felicitación sea como los habituales "christmas" o tarjetas de felicitación navideña. Esos que se manda la gente y también se envían por las empresas u organismos, hasta oficiales. En mi etapa municipal recibía abundante correspondencia postal de este tipo. Incluso los alcaldes, sean del color político que sean, las envían y se las intercambian como cromos de la infancia. Es cierto, también, que con unos motivos ilustrativos diferentes, según sus ideas. Mas es hábito corriente, costumbre, uso social extendido, el usar esta tarjeta postal en estas fechas. Es decir, por navidad. Así que no veo nada anormal que el presidente del Congreso haga uso de la costumbre y emplee motivos relacionados con las festividades. No me he rasgado las vestiduras antes ni lo voy a hacer ahora. Si protestamos porque no deberían usarse motivos religiosos, lo que habría que hacer es no felicitar la navidad, y punto. 

Lo que sí chirría de la tarjetita virtual es que, por ser antigua, una obra de arte presente en el Libro de las Horas al uso de Roma, la felicitación contradiga al Papa. Eso sí que no debería habérselo permitido el piadoso presidente Posada. ¡La imagen tiene bien visibles la mula y el buey! En eso no ha caído Don Jesús, en estos tiempos de turbación teológica debida a este fundamental descubrimiento del sesudo Ratzinger. Mira por donde la católica España (oficial) se levanta contra las enseñanzas de Roma. ¡Toma ya! ¿A que nadie se ha percatado de ello? Que poco cuidadosos. ¿Volveremos a los tiempos imperiales en que pretendíamos imponer nuestra voluntad hasta al mismísimo Obispo de la ciudad eterna?