miércoles, 16 de enero de 2013

El PP incompatible con la corrupción


Llevamos unos días azarosos. No tenemos uno en que no haya algún caso de inmundicia en el PP. Si vemos los titulares de hoy mismo, la impresión que tenemos es que las siglas de este partido son, como dicen algunos, las correspondientes a "Partido Podrido". Vemos:


El caso Gürtel suma y sigue. Alguien dijo que si su partido tuviese cuentas en Suiza, tendría que dimitir. Era Maria Dolores de Cospedal, secretaria general del PP en la campaña electoral de las elecciones catalanas. A estas horas sigue sin dimitir.


El PP valenciano es un verdadero saco de podredumbre. Y nadie asume su responsabilidad.


Tuvo que conocerse que le investigaban, no ya los periodistas, sino la justicia, para que dijera "digo" donde dijo "Diego". El sucesor de Esperanza Aguirre (que también nos alegró el día el lunes con su pase a la empresa privada) pillado en un renuncio de un caso cada vez menos claro.


Está claro quienes hacen negocio aquí. Hasta los abogados de "la familia" y adláteres consiguen buenos resultados, aunque sea tan escandalosos como este caso. Seguro que más de un indulto está guardado ya en los cajones para cuando los casos anteriores terminen su paso por los juzgados. 

Si a esto añadimos que nuestro liberal más coherente, el que privatizó para luego pasar a la nómina de la empresa concesionaria y beneficiaria de la privatización, el elegantísimo Güemes, ayer anunció que deja el cargo, aunque no esté de acuerdo con las críticas, el panorama "moral" del partido gobernante deja en evidencia su falta de escrúpulos y su más que acreditada implicación en turbios asuntos. Y no valen las cortinas de humo lanzadas. El PSOE también tiene sus casos de corrupción y ha pagado por ello.  El PP, por esto, no se limpia su propia imagen. Una imagen que se une a la mala de los demás (PSOE, CiU...) para hundir a los políticos a lo más profundo de la opinión ciudadana.

Hace años Aznar dijo que "El PP era y debe seguir siendo incompatible con la corrupción". Pura propaganda, fachada, deseos no hechos realidad. Nunca ha sido así, ni lo es ahora. La política necesita una limpieza imprescindible y urgente. 

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