Me
manda el rabino Jacob
al
muro de las lamentaciones
¿Por
qué? Pregunto yo.
Porque
la cosa está de cojones.
¡Qué
pena, qué pena, qué pena!
Benedicto
está triste
¿qué
tendrá Benedicto?
Ha
dicho que dimite,
qué
raro es este “listo”
Si
aquí no dimite nadie,
aunque
le pillen robando.
Esto
sí que es un misterio
que
a todos nos está escamando.
El
Papa se va en febrero,
vivito
y sin duelo,
se
va con sorpresa de todos,
sin
morirse, y sin consuelo.
Desahució
a la mula y al buey,
cambió
el origen de los reyes magos.
Después
de la polémica,
nos
dice que está cansado.
Ya
no pisará el Vaticano,
ni
sus iglesias, ni sus palacios.
A
un convento se va,
para
vivir por siempre encerrado.
Qué
sana envidia nos da
de
los súbditos del Vaticano.
Aquí
los corruptos se quedan
Y
nos dejan estafados.
Dicen
que vendrá un Papa negro,
lo
predijo Nostradamus.
¿Será
ahora el fin del mundo?
Esto
nos deja muy preocupados.
¡Qué
pena, qué pena, qué pena!
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