Como
adelanté en entradas anteriores, vamos a hacer una parada en nuestro
viaje imaginario o evocador por esta zona de Palma que estamos
recorriendo en estas últimas semanas, en el Colegio San
Sebastián, el colegio del Paseo. Después de dejar el Colegio de
Antonio García Chaves, el del Frente de Juventudes, como mi
padre había tenido una mala experiencia con los Salesianos, cuando
mi hermano Pepe estuvo con ellos, decidió llevarnos a otro
centro. Y ese fue el San Sebastián. Allí tuvimos entrada en el
curso 72-73. Bueno, más bien en las clases de recuperación
de verano de 1972, a pesar de haber superado 4º curso sin
problemas, porque mi hermana Sole
quiso que nos aclimatáramos al nuevo centro. Curiosamente pudimos
entrar por las buenas relaciones de ella con el director, Don José
Bejarano (entonces llamábamos
con el “Don” a todos los maestros). Curiosamente, porque
ella era teresiana y él del Opus Dei, congregaciones
católicas no muy bien relacionadas que digamos. Coincidimos en la
piscina que tenían mis vecinos los Téllez en Las Billalonas, su
finca. Allí se fraguó el ingreso. Fue el verano que pasé
escayolado
al haberme partido el brazo izquierdo. En esos meses conocimos a Don
Luis, un maestro natural de Granada, cuyo apellido no puedo
recordar. Una persona simpática, bajo de estatura, con el pelo negro
algo rizado, que hablaba con rapidez y genio. Creo que era el
secretario del centro entonces y nos dio matemáticas durante el
curso. Fue nuestro primer maestro. Y nos dejó al año siguiente
buscando mejorar su salud, algo que le impedía el clima palmeño.
Exposición de material escolar, en presencia de varios maestros. Foto de la web del colegio. |
Otros
maestros en los cuatro años de permanencia en el centro fueron: Don
José Bejarano, el director, que me impartió clases de religión
e inglés, su hermano D. Francisco; Don Juan Copé, muy
aficionado a la caza, que se llevaba su perra a las clases, mi tutor
de 5º y 6º; Don Antonio García Evans, tutor en 7º y 8º;
Don Juan Picón, que nos dio educación física e historia;
Don Francisco González, marido de la señorita Beatriz
Valdés, directora del Colegio Virgen del Rosario, la
sección de niñas, donde estudió mi mujer Anamari, antes de unificarse con el San Sebastián e ir luego al Colegio Séneca; Don Pedro Castellón; Don Jaime; Don Juan, un señor ya mayor, el de la
tableta que llamaba “Tizona”...
Una maestra con sus alumnos. Foto de la web del colegio. |
Entre
los alumnos de los que fuimos compañeros puedo citar a: Rafael
Santos, mi cuñado el médico (que cursó 6º y los siguientes cursos
en la Universidad laboral de Cheste), Manuel Reyes, Juan Antonio
Ortiz Caamaño (al que le he perdido luego la pista), Manuel Martín
Palma, Antonio López Alonso (con el que coincidí en el instituto),
Manolo Pérez, José Angel Carnicero, Gusano, Eulogio Gamero, Manuel
Navarro, José Belmonte (el pintor), José Miguel Bárcenas Onieva,
Antonio Mancilla, Juan Rodríguez Onieva, Eduardo y Carlos Palma
Naranjo (los “civiquitos”), Juan Palma García y su primo
Ponciano (que estaba en otro curso), Rubén Cárdenas Godoy (que creo
que tiene un bar en Hornachuelos), José María Izquierdo (mayor que
yo), Cristóbal González Fernández (gran atleta, que sucumbió en
el mundo de la droga), Juan Palma Manzano, Antonio Martínez Linares,
José Rodríguez Domínguez ("Rodri") , mis primos Juan y Sebastián Ruiz Peso
(que emigraron a Madrid), Salvador Caamaño, Salvador Vázquez
Ceballos, Salvador Fuentes Lopera, José Bernete, Manuel Francisco
Velasco Carrasco, Velasco (el de los neumáticos), Francisco Jiménez
Cano, Antonio Almenara Logroño (el de la mercería de la Calle
Castelar), José Caamaño (el del taller), Marín, Peso (el hijo del
distribuidor de cerveza), Manolo Santos (el “canito”), Francisco
Carmona Enriquez, Francisco Páez Morales, Linares (el de los
Billares Castillo), Evaristo Montañez, Mariano Serrano (el de la
farmacia de María Luisa), Juan Ramón Carrillo (aunque no
coincidimos en curso) García Martínez (fontanero), Fuillerat ("Fulle"), Antonio
Zamora Ortega, Pérez Barca, Limones (que luego estuvo de hortelano con Paco Castillo, "Al Capone")....
Inauguración de micro-escuelas 1959. El alcalde Juan Martínez y otras autoridades (el gobernador civil, Juan V. Barquero Barquero y el presidente de la Diputación, Rafael Cabello de Alba). Foto Diputación. |
Mi
primer año fue en el Paseo. Los tres siguientes en Duque y
Flores. Allí conocimos las Micro-escuelas.
Un proyecto que implantó en la provincia de Córdoba el arquitecto
Rafael de la Hoz. Clases pequeñas de ladrillo visto, con un
ventanal corrido en la parte superior y con techo de uralita
(fibrocemento). Aquí conocí a la mayor parte de mis compañeros.
Saqué buenas notas, aunque posteriormente mejoraron. El colegio
disponía de comedor escolar, cosa que no puedo comentar con
más detalle, pues no llegamos a usarlo nunca. Iban cada día
preguntando quién se quedaba al comedor.
Patio original del colegio del Paseo, con la alambrada. Foto de la web del colegio. |
En
5º de EGB iba a las “misas de campaña” que se hacían los
sábados en el patio del colegio. Un patio de terrizo, que
luego fue encementado, sin mucha calidad, pues, cuando te
caías (nada raro jugando en el recreo o haciendo deporte) te
desollabas vivo. El patio tenía dos puertas, cuando tuvo la
valla de obra. Antes era una alambrada, como vemos en
alguna foto. Y junto a la valla pasaba un tendido eléctrico de alta
tensión. Una vez, una pelota golpeó contra los cables provocando un
estampido y mucho chisporroteo. Durante varios días, cuando
tocábamos la puerta principal (metálica) nos daba calambre
(habría algún contacto). Había otra junto a uno de los bloques de los pisos de los
maestros. Allí recuerdo que se situaba el vendedor de dulces
que venía todos los días durante la hora del recreo. Las niñas tenían entrada por el otro lado del bloque.
Demolición del primer bloque de pisos de maestros |
El
centro tenía dos bloques de viviendas de maestros, con
entrada por la calle. Uno fue derribado a fines de los ochenta, pues
estaba ocupado por personas sin vivienda. Hubo una vez una detención
y un tiroteo con uno de los ocupantes y eso provocó el desalojo del
bloque, tras las protestas de los padres. Algunos de los ocupantes
pasaron a unos albergues prefabricados que ofreció la Junta
de Andalucía, que se instalaron en el camino de la Chirritana,
y que han estado allí bastante tiempo. El otro bloque desapareció
años después, cuando el ayuntamiento realojó a sus ocupantes en
viviendas sociales.
Foto en el anfiteatro de Itálica. |
En
5º hicimos una excursión a las ruinas de Itálica, en
Santiponce, Sevilla, y luego visitamos la capital hispalense y fuimos
a los Jardines de María Luisa, la Plaza de España y la fábrica de
cervezas de Cruz Campo. Allí me tomé mi primera cerveza. En la foto soy el 8º por la izquierda. Me quedé
con ella por el escenario en general, el anfiteatro. Muy histórica.
La calle Duque y Flores sin asfaltar, con el colegio a la izquierda. Todavía tenía el letrero de la Obra sindical de vivienda. |
El
centro de Duque y Flores también tenía sus micro-escuelas y
un pequeño patio. Además de algunas aulas mayores. Era de
planta casi triangular, como es ahora. En Duque y
Flores sufríamos inundaciones con las lluvias. Estuve en un aula con
techo de un solo agua, con un muro mayor de cristales, que se rompían
frecuentemente, sin calefacción ni aire acondicionado. También
había niñas y niños, separados, por supuesto, entonces.
Visita del inspector, junto a colegiales con la típica camiseta. Foto de la web del colegio. |
Allí
empecé la relación efímera con los deportes, concretamente con el
balonmano. La mayoría se apuntaba al voleibol, porque no
tenían que competir en campeonatos locales, al no haber equipos
masculinos en otros colegios, y siempre jugaban fuera. Usábamos la
camiseta típica roja, con el cuello y las mangas blancas. El número
(dorsal) lo hacíamos de skay (ahora llamado polipiel) que
comprábamos a un tapicero que había en la calle General Cascajo
(hoy Blas Infante). Era la equipación propia de la clase de
gimnasia, con la calzona azul marino, que mi madre me hacía porque
no había dinero para comprarlas en una tienda de deportes. Luego me
decanté por el atletismo: las pruebas de velocidad.
Foto del club local de fútbol, con Francisco Morales a la derecha de pie, con corbata. |
En
los recreos podíamos comprar los churros que hacía Morales
en su casa, que nos pasaba por encima de la valla. Morales, amigo de
mi familia, que nos visitó muchas veces (recuerdo que una vez nos
trajo peces vivos), tenía un hijo, Francisco, con síndrome
de Down, que entraba y salía de nuestro colegio, como por su casa. A
veces nos contaba sus historias o nos cantaba una peculiar saeta
que se había inventado y nosotros le animábamos. Era una persona
estupenda, que se fue hace tiempo de Palma, al morir los padres y su hermana Angelita.
También fue gran aficionado al fútbol, ya que entonces el estadio
municipal estaba en las proximidades, y acompañaba a los equipos
locales, recibiendo por ello el reconocimiento general.
El patio de Duque y Flores inundado. Foto de la web del colegio. |
Fue
aquí, en Duque y Flores, donde tomé conciencia política y
social, donde “giré a la izquierda”. El barrio era de los
más pobres de entonces, el barrio de la Soledad. En los
últimos tiempos los “grises” (la policía armada) eran
habituales por allí, por los conflictos laborales y políticos. Las
malas condiciones del centro (algo inconcebible hoy día) hizo que
realizásemos la primera huelga
de la que tengo recuerdo, todavía en tiempos de Franco. El golpe de
estado en Chile, contra Salvador Allende, estaba cercano. En clase de
religión tuve algún problema, siendo el director (Bejarano) el
profesor. Una pregunta sobre el significado personal de la Navidad,
que contesté hablando de la indiferencia que sentía, me provocó un
interrogatorio del mismo maestro. Luego al contestar un examen con mi
opinión sobre el comunismo, además de la exigida por el maestro (la
del papa Pablo VI), me supuso una rebaja de nota considerable. Un
antiguo compañero de 5º, retirado de la escuela para trabajar, fue
el que me facilitó la entrada en las juventudes comunistas. El
verano, tras cursar 7º de EGB, fuimos a una colonia escolar a
Fuengirola, en el colegio José Antonio Girón de Velasco.
Allí me compré un libro sobre la URSS y una biografía de Lenin. No
era nada peligroso, pues la censura y el control ideológico de las
publicaciones impedía acceder en el mercado a información objetiva,
pero al encontrarme los monitores esos libros ya me encasillaron cómo
alguien “raro”. El ambiente para-militar de ese tipo de
campamentos me agobió y, aprovechando una visita de mis padres, me
fui antes de terminar. En el bachiller, esa vocación política se
plasmó con más pasión. Y, nada de esto, impidió terminar con un
estupendo expediente académico.
Instalaciones del Paseo, tras la primera ampliación, desde el actual recinto ferial de atracciones, aun no urbanizado. |
El
centro experimentó obras en los años 90, cuando
desparecieron las micro-escuelas y se levantaron aulas en dos
plantas, adecentándose las pistas deportivas. Luego en este siglo
tuvo otra remodelación importante y varias obras que lo
dotaron de más servicios, como gimnasio y sala de usos múltiples.
El centro de Duque y Flores se independizó pasando a ser el centro
de educación pre-escolar, primero, y luego, el de educación
infantil, Vicente Nacarino.
Estado actual del centro. |
Y,
como los niños están ya de vacaciones, para terminar esta
remembranza, recordaremos la excursión de fin de curso y fin
de ciclo, que hicimos al terminar octavo de EGB. Estuvimos en Ceuta,
algo que nos hacía ilusión entonces, ya que era “puerto franco”
y estábamos entusiasmados con ir a comprar, sobre todo, aparatos
eléctricos, más baratos allí, al pagarse menos impuestos.
Excursión de 8º de EGB, en Algeciras, con el Peñón de Gibraltar al fondo. Foto de mi hermano Roberto. |
Yo me
compré una calculadora que todavía conservo como recuerdo.
Tiene un display o pantalla verde, cuyos números se iluminaban, y
disponía de funda. Algo maravilloso entonces, a pesar de sus pocas
funciones. Hicimos escala en Algeciras, y viajamos en barco.
Una pasada. El paso por la frontera era algo emocionante. Y nos lo
pasamos de maravilla, a pesar del accidente de Pérez Barca, que
tropezó nada más llegar a la ciudad norteafricana con un raíl del
puerto y se partió un brazo.
En Algeciras, de excursión. Foto de mi hermano Roberto. |
Os
dejo algunas fotos del viaje, para terminar. Es difícil concentrar
cuatro años de vida en pocas líneas. Este tiempo tuvo sus momentos
mejores y otros no tanto. Esfuerzo, anécdotas, sinsabores,
placeres...
En la playa de Algeciras. Foto de mi hermano Roberto. |
Lo que sí tengo claro es que de allí salí con la
preparación suficiente para afrontar con éxito el bachiller.
A pesar de las penurias, el balance es positivo y el esfuerzo
personal, unido a la labor de los profesores, consiguió que saliese
bien formado. Muchas veces se menosprecia la educación
pública, y en aquellos tiempos no estaba prestigiada
precisamente. Sin embargo se consiguió el objetivo. Bastantes de mis
compañeros, por desgracia, encontraron menos oportunidades. Algunos
no terminaron, otros no continuaron. La falta de medios económicos
obligó a muchos a ponerse a trabajar demasiado pronto. Pero de allí
salimos mejores personas, sin duda. No puedo recordar este paso sin
emocionarme. Y sin reivindicarlo.
En ese patio me caí de la bici y aún llevo la cicatriz, hará la friolera de cincuenta años.
ResponderEliminarQué tiempos!
Bienvenida, Juana. Yo también me caí alguna vez en el patio. Una vez casi me raspo la pierna entera. Menuda lija de superficie que tenía, jajaja.
ResponderEliminarPor cierto, felicidades.
Un saludo.
¿Sabéis donde esta la Finca las billalonas? Entonces propiedad de los Téllez, recuerdo ir a la finca a bañarme , pero era tan pequeño que no se por donde se situaba.
ResponderEliminarPues creo que es la que hay en la carretera que lleva a Lora del Río, poco antes de llegar a El Priorato. ¿Quién eres amigo/a?
ResponderEliminarJoder Chevi, cuando termines de darle la vuelta al pueblo tenías que escribir un libro con todo lo que estás poniendo.
ResponderEliminarEnhorabuena por el trabajo y a ver si entre todos te podemos echar una mano con mas fotos y mas comentarios y anecdotas, porque estas entradas si que son la verdadera historia moderna de Palma.
Animo y pa'lante.
Un saludo.
ResponderEliminarA la excursión a las Ruinas de Itálica fui yo tambien, creo que seria la misma porque tambien fuimos a Itálica, a la fábrica de Cruzcampo y al Parque de Maria Luisa.
Tambien recuerdo que en la escuela del paseo, a la hora del recreo se ponía un hombre con un carrito con chucherias (que buenos estaban los altramuces y los caramelos aquellos rojos con forma de animales) que le decian el Torero, este hombre tambien se ponía en verano en la puerta del cine de la calle Belén.
Muchas gracias, Antonio Montero. Con la ayuda de mucha buena gente estamos completando, no creo que la historia, pero sí una buena parte de muchos recuerdos que nos entusiasman. Gracias, también por tu aportación sobre el puesto de chucherías. Tal vez no viésemos en aquella excursión. Son muchos los años que han pasado, pero no por ello se olvida.
ResponderEliminarEn Duque y Flores, “Duquiflores”, se hizo la primera huelga de alumnos. Me lo ha recordado la foto del patio inundado. Eramos cuatro gatos al principio. Yo estaba en el B, no recuerdo si 7º u 8º, recuerdo que estaba en la clase de abajo, las de la pared llena de ventanas (sin cristales). Y el motivo de la huelga fueron dos. Que no podíamos pasar a las clases cuando llovía y que hacía un frío que pela sin cristales en las ventanas. Con la unión de las dos clases conseguimos un carril de hormigón hasta las clases y cristales en las ventanas. Por esa época veíamos por las tardes autobuses de “Grises” y gente corriendo por los tejados. Creo que esto no lo soñe.
ResponderEliminarNo lo soñaste, Olegario. Lo de la huelga, que apunto en el texto, ya lo conté en otra entrada:
ResponderEliminarhttp://celtibetico.blogspot.com.es/2012/10/huelga-en-la-ensenanza.html
En la foto del llano de la feria se ve perfectamente los coches de D. Juan Cope (un jabato) y el primero rojo que se ve es el de Dñª Juli. Que buenos recuerdo de mi niñez en ese llano.
ResponderEliminarPor lo que comentas, me parece que ya sé quién eres. ¡Qué memoria! yo no recordaba los coches de los maestros...jajjaja
ResponderEliminarGracias por estas imágenes FRANCISCO Javier. No te puedes imaginar qué recuerdos me traen. Los primeros seis años de mi vida los viví en los pisos que tenían los maestros.
ResponderEliminarDani González Valdés.
De nada, Dani. El colegio San Sebastián es un parte importante de la vida de muchos palmeños, por eso se merecía un recuerdo.
ResponderEliminar