El 8 de marzo, dicen, es el día de la mujer, día de la mujer trabajadora antes. Da igual, la mujer es trabajadora desde los albores de la humanidad, no solo un día. Como esclava, como sierva del señor feudal, como campesina, como obrera en la fábrica, como empleada pública, como maestra, enfermera, cuidadora... el trabajo de la mujer ha sido y es esencial. Aunque no haya tenido el reconocimiento social que se merece. Aunque se le discriminara y se le siga discriminando tanto en el acceso a determinados trabajos, como, cuando ya lo ha conseguido, en el sueldo que se le pague, muchas veces menor que el del hombre, aunque realicen las mismas labores con los mismos resultados. Siempre la mujer ha sido trabajadora, salvo las que no tenían necesidad para ello. Igual que los hombres.
El año pasado usé una fotografía de mujeres recolectoras de algodón, de cuando el algodón era un producto abundante en Palma del Río y en las comarcas cercanas. Las mujeres cogían algodón igual que los varones. Y encima tenían que realizar otras labores, que la moral y cultura dominante consideraba, con lenguaje suave, eufemístico, pero cruel, "propias de su sexo": cocinar, cuidar a los hijos, lavar la ropa, mantener en condiciones higiénicas el hogar.... En Palma no solo ha habido agricultura propiamente dicha, también hemos disfrutado de alguna industria, predominando hoy día la industria agro-alimentaria. También en este sector la presencia de la mujer es abundante. Son muchas las mujeres que acuden desde hace años a los almacenes de fruta, por ejemplo, para el manipulado y envasado, para su posterior comercialización.
Y también hace años había otras empresas que fabricaban objetos, útiles entonces, con productos naturales, como el esparto o el palmito, que empleaban mujeres para su elaboración. Es el caso de la imagen que traigo hoy, al principio de la entrada. Corresponde a la fábrica de productos de esparto que tenía Delfín Lopera León, del que hablamos en las entradas dedicadas a la calle Portada. Productos como serones, esteras, angarillas, correajes, persianas, y otros elementos propios de la talabartería que se vendían en esa calle, eran elaborados en una casa que tenían en la calle Salvador, cerca de la calle Gracia. De esa casa es la imagen del patio, donde las mujeres están trabajando. Un recuerdo de aquellos años en que estas manufacturas eran esenciales en el sistema productivo local y en muchos hogares. Un recuerdo para el papel fundamental de la mujer en la vida social y económica de nuestra tierra, que no debemos menospreciar. Nunca, pero, sobre todo, hoy, cuando tantos retrocesos estamos soportando. Y muy especialmente las mujeres, a las que se les quiere volver a someter a un papel subordinado por la ideología dominante.
(Fotos cedidas por la familia de Delfín Lopera, a través de Juan Muñoz Valle)
(Fotos cedidas por la familia de Delfín Lopera, a través de Juan Muñoz Valle)
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