Andan las aguas más revueltas en el PSOE, tras las elecciones europeas, con la abdicación del rey Juan Carlos I. Un movimiento en favor de un referéndum ya para decidir si queremos monarquía o república está influyendo en ese torbellino interno. La dirección, encabezada por Rubalcaba, ha bendecido la sucesión del rey en la persona de su hijo, el Príncipe de Asturias, que será proclamado rey el próximo 18 de junio, cuando entre en vigor la ley orgánica de sucesión. Otros miembros del partido, incluidas las Juventudes Socialistas, se han pronunciado por el referéndum.
¿Qué tenía que haber hecho Rubalcaba? A mi juicio, lo que ha hecho. Soy partidario de la República, como es conocido, pero también he manifestado muchas veces que España tiene otros problemas más graves e importantes, que esta cuestión de la jefatura del estado no resuelve: paro, recortes, pobreza, desigualdades sociales y políticas, desahucios, el mismo sistema de partidos, el deseo de independencia de Cataluña y Euskadi, corrupción, etc. Ya he escrito sobre la necesidad de una reforma del sistema nacido de la Transición democrática y sobre la necesidad (y ausencia) de un impulso intelectual para cambiar muchas cosas que no funcionan en nuestro país, pues la llamada clase política no está a la altura de las circunstancias. Claro que también tengo que aclarar que estas reformas deben hacerse desde la normalidad democrática. Soy partidario de un referéndum, pero no de un nuevo proceso constituyente, como piden los que impugnan la transición como si fuese algo diabólico a enterrar. Un referéndum que ponga en manos de la ciudadanía si quiere República o Monarquía, aunque me temo que el resultado no fuese el de que ganase la opción republicana. Pero hecho con todas las de la ley, con legitimidad democrática, no con algaradas ni cuestionamientos de la legalidad que nos situasen en un "estado de excepción pre-político", que, para colmo, serviría de excusa no solo a los descontentos socialmente, sino también a los partidarios de acabar con el régimen de libertades que tanto nos costó conseguir.
Por eso los pasos deben darse en el sentido que se han producido. Propiciando la sucesión, de acuerdo con la Constitución vigente. ¿Se podría convocar un referéndum ahora para el cambio de modelo? Sí, pero no hay voluntad en la mayoría parlamentaria, como estamos viendo (por cierto, yo he votado en las recogidas de firmas de internet, quede claro). ¿Es posible la reforma de la Constitución? Sí, es posible y necesaria. Dentro de sus cauces. El título X recoge la forma de hacerlo. Si queremos reformar la forma política del Estado (la monarquía parlamentaria) debemos hacerlo de acuerdo con el artículo 168: aprobación por los 2/3 de cada cámara legislativa, disolución de las Cortes, convocatoria de nuevas elecciones (donde se lleva en el programa electoral la reforma), aprobación de nuevo por los 2/3 de las nuevas cámaras y referéndum. Esa es la fórmula. Por eso tenía razón Rajoy cuando dijo que el que quisiera el referéndum que lo llevase a las Cortes y se siguiese el proceso. Claro que él no es partidario de cambiar de forma de estado, se dirá, y tienen razón quienes así piensan, pero es el que gobierna con mayoría absoluta por voluntad popular, no se olvide. Otra cosa sería que se reclamasen elecciones, tras el resultado de las europeas, por si se repiten las votaciones, pero esa es otra cuestión, y no se ha pedido. Se ha pedido referéndum y la forma que he explicado antes es cómo se puede hacer, legalmente, claro.
Tampoco ayuda a la idea del referéndum el que algunos mezclen la idea de República, con "su idea de república", como vemos en las redes sociales (nada representativas, por cierto) o en la calle. La república es una forma de estado donde se designa al jefe del estado por votación, directa o indirecta, de los ciudadanos. Podemos elegir un presidente progresista o al más derechista de todos (Aznar, por ejemplo, como circula por ahí). No es el "paraíso socialista", la anarquía hecha realidad, el asambleísmo permanente, la implantación de los soviets (o fórmula equivalente) o la plasmación de la justicia social, la eliminación de las clases sociales, el colectivismo u otras ideas. Esta mezcla, con antecedentes en la fracasada experiencia de la II República española, hace un flaco favor al ideal republicano. Y no coincide con la idea mayoritaria de la sociedad española, ni antes ni después de las elecciones europeas (según vemos en los resultados).
¿Tenía Rubalcaba que "liarse la manta a la cabeza" y "echarse al monte", saltándose la legalidad vigente? No. Como decía en mi apresurado post sobre la abdicación del rey, tal vez ahora no sea aconsejable hacer cambios más drásticos en la arquitectura institucional. Los tiempos no dan para ello, y es mejor hacer estos cambios con altura de miras, sin visceralidad ni sentimentalismos que provoquen enfrentamientos. La Constitución prevé la sucesión y debe hacerse para no causar un vacío de poder que nos llevase al "estado de excepción" (algo que le encantaría a algunos deseosos de sacar los tanques a la calle, para someternos). Si dentro del PSOE existe una opción por cambiar la forma de estado debe plantearse seriamente, exigiendo elecciones y llevándola en el programa electoral, para, si se obtiene respaldo de la ciudadanía, plantearse la reforma constitucional, de acuerdo con las reglas del juego que nos hemos dado. Eso es lo que debió hacer Zapatero en 2010, por ejemplo, si pensó que lo mejor era cambiar, como se le da la vuelta a un calcetín, su política llevada a cabo hasta entonces. Y, al no hacerlo, llegó a defraudar a sus votantes. Pero además se deberán plantear más reformas, más cambios, que hagan de nuestro sistema algo querido y respetado por la inmensa mayoría de los votantes: reforma del sistema de partidos, electorales, del modelo económico, sociales, del estado de las autonomías... No solo se trata de hacer un cambio de generación, como el propio monarca ha dicho en su discurso de despedida, se trata de que el sistema funcione en la época en la que estamos. Para que quienes no votamos la Constitución, por edad, nos sintamos plenamente ciudadanos. Por eso creo que aquí sí ha acertado Rubalcaba. El congreso convocado tendrá que tomar la palabra, con los cambios que consideren convenientes los afiliados, para ganar el futuro inmediato. Y no perdernos por el camino. Como, por cierto, quieren que pase algunos que tanto exigen al socialismo que se comporte de acuerdo con sus "esencias". Algunos están deseando, más que otra cosa, que los socialistas nos hagamos el harakiri. Y en eso no estoy de acuerdo.
Me ha parecido muy interesante tu reflexión y forma de verlo.
ResponderEliminarBeso.
Gracias. Aunque sea consciente de que una opinión así no esté de moda precisamente, es lo qu pienso. Un beso.
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