Uno de los WhatsApp que me han enviado hoy, tras el fiasco de ayer. Tenía pensado no publicar nada sobre el mundial de fútbol, pero ¿cómo resistirse cuando la selección es eliminada ya en el segundo partido del campeonato con siete goles en su contra? Fin de una época, como el que estamos viviendo en España en otros aspectos. Hay quien esperaba estar celebrando una victoria con las banderas, las mismas que adornan Madrid colocadas por el ayuntamiento. También las que iban a vender en los bazares, que son los que abren en fiestas. Y que eso sirviera para animar a la gente y llenar las calles y plazas al paso del cortejo del nuevo rey. No pudo haber celebración futbolística, y la gente tampoco se ha lanzado en masa a las calles. Lo vemos en las imágenes de la Gran Vía, la Plaza de Oriente, y otras calles del recorrido, en las que incluso se veía menos gente de la habitual. Día festivo en lo religioso, pero un fracaso en lo deportivo, y frialdad en lo político. El rey habla de "una monarquía renovada para un tiempo nuevo". Nuevo es lo que estamos viviendo, sí. Pero.... Se nos quería convencer que con fiestas, turismo y grandes eventos de todo tipo se iba a acabar la crisis. El ladrillo, esa fábrica de dinero fácil ya dejó de ser el motor. Da igual, aunque hubiésemos ganado ayer, la moral de la gente no habría cambiado a mejor (recordemos que hace cuatro años ganamos el Mundial de Sudáfrica y, sin embargo, el PSOE perdió luego las elecciones). Los eventos deportivos han pinchado. La renovación institucional no mueve masas. Los republicanos también han sido cuatro gatos. Los ayuntamientos no van a incumplir sus obligaciones financieras gastando un dineral en pantallas gigantes para la final, como hace cuatro años. Y encima los chinos ya pueden ir guardando camisetas, banderas, bocinas y demás parafernalia futbolera. Veremos cómo van los cambios.
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