Hace un mes comentaba la decisión de la dirección del PSOE de convocar congreso extraordinario tras el fiasco de las elecciones europeas. Rubalcaba dejará la secretaria general y para ello había convocado ese órgano del partido. Todo era raro, pues parecía que se desbarataban las primarias para candidato a presidente del gobierno que ya se estaban preparando, ya que ¿quién se iba a enfrentar a un recién elegido secretario general, cuando la tradición es que sea éste el candidato? ¿O a una nueva secretaria general? Todo apuntaba a que Susana Díaz había trabajado la noche de las elecciones para que ese fuese el camino. Luego vino Eduardo Madina a meter la cuña de las primarias para elegir el primer secretario del partido. Eso parece que terminó por arruinar algunos planes, pues la Ejecutiva, liderada aún por Rubalcaba, ante la falta de previsión estatutaria de este procedimiento (¡qué lejos quedan ya las conclusiones de la reciente conferencia política!), decidió buscar una solución intermedia, conjugando el congreso extraordinario con la elección del candidato a secretario general por parte de toda la militancia. En ese proceso estamos ahora, con la recogida de avales para presentar candidaturas que serán votadas el 13 de julio, antes del congreso federal.
El PSOE, una vez más, da muestras de improvisación con esta mezcla de formas, aunque ya no haya marcha atrás. Rubalcaba no se presenta y, además, hoy ha anunciado que incluso dejará su escaño en el Congreso en septiembre, con el nuevo curso parlamentario. Es lo lógico, si hay nuevo líder, el anterior deja de estar en primera fila y debe dejar sitio a la nueva dirección tanto del partido, como del grupo parlamentario. Y todo está abierto. Ya veremos qué resultado hay el 13 de julio.
El PSOE tiene un grave problema con el electorado que se viene agudizando desde las elecciones generales (más bien antes, como ya apuntaron las municipales de 2011). Rubalcaba era visto como parte del problema y un obstáculo a la solución. Hace bien en retirarse, entonces. Otra cosa será que se llegue a buen puerto con este cambio. Alfredo es un gran político, una persona odiada y respetada al mismo tiempo. Un parlamentario de lujo. Referente de la mejor tradición del partido, era el garante de que la transición necesaria a un nuevo PSOE fuese eficaz. Pero en España han cambiado muchas cosas en estos años, y su relación con el zapaterismo le ha marcado de forma negativa. El partido también había cambiado, con un cesarismo asfixiante en tiempos de Zapatero y una fragmentación territorial que hace que muchos vean "varios pesoes", con barones más preocupados por su propia estabilidad y poder que por los intereses de nuestro electorado natural.
Rubalcaba no ha podido cambiar ese modelo, pero, al menos, ha impulsado cambios en la línea de democratizar la estructura interna, para acercar las decisiones a los militantes. De ahí que nos veamos en esta "consulta" para elegir secretario general. La transición que tenía que hacer está en marcha, aunque no sea en las mejores condiciones. El ambiente electoral no contribuye a que el partido pase por un buen momento. Así que lo mejor es ceder el puesto a otros, a esos "cachorros" que pueden ofrecer novedades que conecten con los votantes, para volver a convertir al PSOE en la fuerza hegemónica de la izquierda, antes de que lo sean otras formaciones que disfrazan su rancio marxismo-leninismo con modelos populistas. El peligro de que el PSOE se convierta en un partido irrelevante, por desinterés ciudadano y falta de credibilidad, acecha en el horizonte cercano. Incluso el riesgo es mayor. Por eso la tarea es dura. Y la mediocridad de nuestra clase política no ayuda a ello. Mejor no poner obstáculos, habrá pensado Alfredo.
Seguramente echaremos de menos a Rubalcaba, el corredor de fondo, su verbo fluido, su pedagogía, su inteligencia, su habilidad, su capacidad de diálogo y sus ideales. Pero como decía una vieja (también) canción "los tiempos están cambiando". Hoy solo me queda despedir al brillante parlamentario que ha sido Alfredo Pérez Rubalcaba, y desearle suerte en su vuelta al mundo universitario. Nosotros también la vamos a necesitar.
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