Había una serie de televisión de los años 70 que se titulaba El pícaro, una obra de Fernando Fernán Gómez, inspirada en la novela picaresca, ese género cuyo principal precedente es Lazarillo de Tormes, el relato anónimo del siglo XVI que tanto éxito ha tenido. Recuerdo que me gustaba por lo divertida que era y lo bien realizada que estaba. El pícaro se ha convertido en un personaje popular en nuestra literatura (no solo la de lengua hispana) que mostraba las argucias de personajes de aquellos tiempos para sobrevivir en un mundo hostil, haciendo trampas entre sus semejantes, aunque casi siempre terminaban mal sus aventuras. Se ha llegado a decir que el pícaro abunda en nuestra historia, no solo la de ficción, sino en la vida real, de tantos bribones que se lucran con ingenio y malas artes, aprovechándose de los demás.
En estos días se habla mucho de las andanzas de un joven de 20 años que logró colarse en todo tipo de ambientes del poder (llegando a presentarse en la misma recepción real, tras la coronación de Felipe VI) para hacer creer a los poderosos que él era un personaje con influencias, de tal manera que les convenía relacionarse con él para obtener suculentos beneficios a la sombra del manejo de los caudales públicos. Su nombre Francisco Nicolás Gómez Iglesias, nieto al parecer de un golpista del 23F, que presumía de contactos en el gobierno, se movía con placas de las fuerzas de seguridad del estado y aparecía en todo tipo de eventos para fotografiarse con mandamases varios, y así engrandecer su imagen. Fue detenido hace pocos días, acusado de estafa.
Algunos le han alabado por parecerse al pícaro de otros tiempos, al personaje literario. Otros todavía no se explican cómo logró moverse tan fácilmente en esos círculos de poder, a pesar de las medidas de seguridad. Para mí es el prototipo de joven "liberal", dispuesto a lo que sea, sin cortapisas ni normas "estatalistas" que le coarten su voluntad. Un joven de las "nuevas generaciones" partidario de desregulaciones varias, para hacer de su capa un sayo. Un "emprendedor" de nuevos "nichos de negocio". Un empresario "hecho a sí mismo" con pocos recursos, pero mucha astucia. Durante años se nos vienen cantando las excelencias de este tipo de personajes, como salvadores del mundo, como los mejores creadores y distribuidores de riqueza. Los empresarios que crearon los llamados "bonos basura", esos que causaron la crisis financiera que padecemos todavía, son personajes de este tipo. "Contabilidad creativa", "ingeniería financiera", y otros conceptos de moda son la expresión de la picaresca moderna. Aunque, maldita la gracia que tienen.
Yo no voy a alabar al "pequeño Nicolás". La justicia ya resolverá sobre su situación y sus acciones. Prefiero al pícaro de las novelas y a Lucas Trapaza, el pícaro que encarnaba Fernán Gómez. Al menos ellos tenían más gracia... y ya no nos hacen más daño.
Estoy muy de acuerdo con tu artículo. Haces un buen guiño gracioso y verídico con toda esa retahíla de frases entrecomilladas. La neo-lengua de los peperos.
ResponderEliminarNicolás será todo eso que dices, pero es también un personaje misterioso; con muchos dobleces sin desdoblar todavía.
Pudiera ser el simple trepa veinteañero —de los que no faltan en España—. Pudiera ser un simple cazador y coleccionador de fotos con famosetes.
El nene, el mu jodío, es muy hábil y avispado, y si no le trunca la carrera la justicia española, en el país de la picaresca puede llegar a lo más alto.
Mira, Mariano Rajoy no es tan vivo como Nicilás y no sólo ha llegado donde ha llegado, sino que se mantiene haciendo equilibrios en la cuerda floja cuando ya le han retirado hasta la cuerda y todavía no se cae al suelo.
Todavía quedan sorpresas que ver cuando se sepa toda la trayectoria de este tipo.
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