Hoy es el Día Mundial para la Prevención del Abuso Infantil. Los niños y niñas sufren en algunos casos abusos de todo tipo, víctimas de su inmadurez. Pedofilia, maltrato, explotación laboral, pornografía infantil, violaciones, matrimonios forzados con adultos... De forma demasiado habitual vemos en los medios de comunicación una triste realidad, el abuso. El morbo acostumbrado de estas noticias de corrupción se vuelve, además, algo sórdido y repugnante cuando las víctimas son menores. Las nuevas tecnologías, tan útiles en nuestros días, se convierten también en herramientas para facilitar los abusos, aprovechando la inocencia de la infancia. La policía trabaja con medios especializados para contrarrestar estos delitos y para capturar a los delincuentes con el fin de que dejen de actuar y sean castigados como se merecen. Sin embargo no cesan los abusos. En esta semana hemos conocido una red de pedófilos en el seno de la iglesia de Granada, donde el mismo Papa Francisco ha intervenido para animar a denunciar ante la Justicia a los responsables de los abusos. Algo que antes no pasaba, pues incluso se intentaban tapar los casos, llegándose a pagar compensaciones millonarias para que los abusos a menores no llegaran a los tribunales. Este Papa está cambiando también la línea anterior del Vaticano, permitiendo e impulsando la acción de la Justicia. Me alegra que eso sea así. Es vergonzoso e indignante el oscurantismo anterior, que dejaba impunes a los culpables, mientras los prelados de la Iglesia no se cortaban un pelo para denunciar otros casos que no les afectaban. Hoy merece la pena realzar la decisión del Papa Francisco de perseguir los abusos en el seno de sus seguidores. Bien por Francisco.
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