Algunas veces un gesto de autoridad es una muestra de debilidad. Eso es lo que interpreta Tomás Gómez, tras su destitución. Con ésta, la FSM entra de nuevo en crisis, como ha pasado otras veces, solo que en este caso las aguas vienen ya revueltas por el cuestionamiento anterior a Pedro Sánchez, como secretario general federal del PSOE, ante los vaivenes que está sufriendo el partido por la política poco comprensible que está realizando, y sus consecuencias electorales (posibles), como evidencian las encuestas que se están publicando hasta ahora. El desconcierto es tónica general en el interior, a la luz de las declaraciones de los "barones". Incluso la "baronesa" por excelencia de estos tiempos, Susana Díaz, ha evitado hablar. La cercanía de las elecciones en Andalucía (poco más de un mes) y la algo más lejana (pero no mucho) cita electoral para renovar ayuntamientos y parlamentos y gobiernos autonómicos de régimen común, meten más incertidumbre en el panorama político con este "puñetazo en la mesa" de Pedro Sánchez. No hay que olvidar que el PSOE es un partido federal, en el sentido de partidos regionales con fuertes aparatos de poder, que influyen en su política nacional y en el devenir interno, tal vez más de lo que fuese conveniente. El que la mayoría de esos dirigentes (los "barones") no toque poder en sus territorios, ya sea por no haberse presentado a elecciones, en algunos casos, o por no haber obtenido el beneplácito mayoritario de sus ciudadanos, en otros, no beneficia al objetivo de apuntalar un proyecto nacional de alternativa al actual partido gubernamental. Esta "muestra de autoridad", en medio de un ambiente de lo más reacio a la actual clase política, puede que se vea por el electorado como una salida a la desesperada sin consistencia de fondo, o tal vez ocurra lo contrario y refuerce la imagen del secretario general federal, aumentando la simpatía hacia él y de paso al partido. Ya veremos, pues la inminencia de las citas electorales no deja tiempo para consolidar los ahora endebles liderazgos. Y el cabreo de la población, harta de tonteos políticos, que se siente olvidada por sus teóricos representantes (y también estafada en lo político y lo económico), es enorme. El PSOE parece que sigue sin encontrar una salida adecuada a la crisis que le llevó el periodo final de gobierno de Zapatero y la derrota electoral de 2011. Y, mientras, el PP y los demás partidos a lo suyo. ¡Qué ganas de que esto cambie!
miércoles, 11 de febrero de 2015
Crisis en el PSOE de Madrid: la destitución de Tomás Gómez
Algunas veces un gesto de autoridad es una muestra de debilidad. Eso es lo que interpreta Tomás Gómez, tras su destitución. Con ésta, la FSM entra de nuevo en crisis, como ha pasado otras veces, solo que en este caso las aguas vienen ya revueltas por el cuestionamiento anterior a Pedro Sánchez, como secretario general federal del PSOE, ante los vaivenes que está sufriendo el partido por la política poco comprensible que está realizando, y sus consecuencias electorales (posibles), como evidencian las encuestas que se están publicando hasta ahora. El desconcierto es tónica general en el interior, a la luz de las declaraciones de los "barones". Incluso la "baronesa" por excelencia de estos tiempos, Susana Díaz, ha evitado hablar. La cercanía de las elecciones en Andalucía (poco más de un mes) y la algo más lejana (pero no mucho) cita electoral para renovar ayuntamientos y parlamentos y gobiernos autonómicos de régimen común, meten más incertidumbre en el panorama político con este "puñetazo en la mesa" de Pedro Sánchez. No hay que olvidar que el PSOE es un partido federal, en el sentido de partidos regionales con fuertes aparatos de poder, que influyen en su política nacional y en el devenir interno, tal vez más de lo que fuese conveniente. El que la mayoría de esos dirigentes (los "barones") no toque poder en sus territorios, ya sea por no haberse presentado a elecciones, en algunos casos, o por no haber obtenido el beneplácito mayoritario de sus ciudadanos, en otros, no beneficia al objetivo de apuntalar un proyecto nacional de alternativa al actual partido gubernamental. Esta "muestra de autoridad", en medio de un ambiente de lo más reacio a la actual clase política, puede que se vea por el electorado como una salida a la desesperada sin consistencia de fondo, o tal vez ocurra lo contrario y refuerce la imagen del secretario general federal, aumentando la simpatía hacia él y de paso al partido. Ya veremos, pues la inminencia de las citas electorales no deja tiempo para consolidar los ahora endebles liderazgos. Y el cabreo de la población, harta de tonteos políticos, que se siente olvidada por sus teóricos representantes (y también estafada en lo político y lo económico), es enorme. El PSOE parece que sigue sin encontrar una salida adecuada a la crisis que le llevó el periodo final de gobierno de Zapatero y la derrota electoral de 2011. Y, mientras, el PP y los demás partidos a lo suyo. ¡Qué ganas de que esto cambie!
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