lunes, 30 de marzo de 2015

Pelando la pava


Esa era una de las expresiones que usaba mi madre para referirse al cortejo, cuando un varón iba en sus tiempos de joven a la casa de la novia para estar y charlar con ella. Se supone, pues algunas veces ocurría algo más y la novia quedaba misteriosamente encinta, a pesar de las precauciones tomadas, pues era normal que fuesen acompañados de carabina, que vigilase para que solo quedase aquello en mera conversación y sin atentar a la moral y buenas costumbres. Recuerdo el caso que contaban de una de esas acompañantes que se sujetó la falda a la de la pretendida con un imperdible, para impedir que el galán pudiese acceder a la oculta anatomía de la joven, y sin embargo quedó preñada del visitante sin percatarse la acompañante de guardia. Es lo que nos muestra la imagen, tomada en Córdoba (según unos, en Arcos de la Frontera, según otros), donde varios varones, cubiertos por una capa o manta y tocados con el típico sombrero, pelan la pava con su amada, que está en su casa y le atiende por la puerta o la ventana, recluida tras su cancela o su reja. Están echados en el suelo, y seguramente a oscuras, aunque la foto se haga con luz para registrar la escena. Se ocultan de miradas indiscretas de esta manera, apareciendo como fantasmas. Así se ligaba antaño. Pelando la pava, como atareados con cosas de la casa. Curioso. 

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