martes, 28 de abril de 2015

Catástrofes naturales


Desde hace unos días las catástrofes naturales están en boca de todos. En Chile hay volcanes en plena erupción, en Nepal se ha registrado un terremoto con miles de muertos, donde hasta españoles (incluso un palmeño que trabajaba allí como ingeniero) han sido cogidos por sorpresa. Cuando esto ocurre una sensación de inferioridad, por la pequeñez y vulnerabilidad del ser humano, nos embarga. 


Cosas así me han recordado el documental que vi hace pocos días sobre Pompeya, la ciudad que fue sepultada tras una erupción volcánica del cercano Vesubio en el año 79 de la era cristiana. 


En 2008, en nuestro viaje de novios, visitamos Pompeya. Ya comenté esa visita en relación a los problemas urbanos que ya se daban en aquella época en que esta ciudad estaba con vida propia, y que tanto se parecen a los que vivimos hoy día en los ámbitos de nuestros pueblos y ciudades. 


La ciudad quedó sepultada por las cenizas del volcán, con lo que quedó preservada, enterrada a pesar del sufrir también la colada piroclástica. Los edificios se conservan casi intactos, solo que los tejados cedieron ante el peso de la ceniza. Y muchos de sus habitantes se conservaron como estatuas que reflejan aquellos trágicos momentos, a diferencia de los habitantes de la cercana Herculano, que la mayoría fueron quemados por la lava. 


No publiqué las fotos de los cuerpos entonces, para ceñirme a los aspectos urbanos. Hoy los saco a la luz para que veamos los efectos del volcán. Los cuerpos se conservaron dentro de unas carcasas de ceniza solidificada, manteniendo la forma y los huesos (visibles en algunos casos), pero quemando la carne. 


Como decía antes, son como esculturas que dan una idea inmediata de lo que sufrieron los habitantes de aquella importante ciudad romana de entonces, ante la impotencia que provocan las fuerzas de la naturaleza cuando estallan de forma violenta.

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