Cuando se volvieron a tener elecciones democráticas en este país, algunas limitaciones se impusieron. Por ejemplo, se implantaron las listas cerradas y bloqueadas, en las elecciones con escrutinio proporcional (la mayoría), como una forma de reforzar el papel de los partidos políticos, que recientemente habían adquirido estatus legal, bien por su legalización, bien por crearse ex novo. Se creía que así se fortalecían esos medios de participación política (como así fue), dando protagonismo a las direcciones, que eran las que decidían sobre los representantes a incluir en las correspondientes candidaturas, muchos de ellos perfectos desconocidos. Ya hace tiempo que se piden o listas abiertas o el desbloqueo para tener la posibilidad de expresar así las preferencias personales de cada elector a la hora de votar a determinado partido de su simpatía. Aunque el sistema implantado para el Senado demuestre que son pocos los que muestran una elección más personal, votando en la mayoría de los casos por los candidatos del partido preferido, o a lo sumo por el primero de ellos (que aparecen ordenados por orden alfabético), al creer muchos que con ello se vota la candidatura completa, con lo que algunos o algunas obtienen más apoyos por el simple hecho de empezar su primer apellido con una letra anterior a las de los demás candidatos. El excesivo protagonismo de las direcciones de los partidos, que tienen a la endogamia y el clientelismo, hacen aconsejable buscar fórmulas que den protagonismo al elector, más que al aparato de los partidos.
Otra de las limitaciones fue prohibir la propaganda electoral el mismo día de la votación, e introducir un día antes donde no se pudiese ya pedir el voto. Es la llamada jornada de reflexión, por querer dar a entender que los votantes necesitaban un día, al menos, en que digerir tanto mensaje electoral, para ir a las urnas de forma responsable, habiendo sopesado las diferentes ofertas. Desde hace tiempo, también, esta jornada de reflexión no tiene mucho sentido, pues la mayoría tiene decidido el voto incluso antes de comenzar la campaña electoral en los plazos legales. Puede haber algún cambio, pero no es necesario que se impida hacer publicidad para favorecer esa opción. Además, los medios de comunicación nos siguen inundando con los mensajes del último día de campaña, con sus crónicas, que tienen persistencia gracias, también, a internet.
¿De verdad nos tienen que "proteger" durante un día, para que pensemos? Nos tratan como a niños. Para lo único que sirve afortunadamente este día es para no aguantar los mensajes prefabricados de las campañas, pues no hay jornada de reflexión donde no se nos incordie, de nuevo, con los dichosos candidatos, esta vez mostrándonos qué hacen para descansar este día: que si los paseos en familia, que si los libros que van a leer, la película que van a ver en el cine o el pueblo que van a visitar para jugar a la petanca. Vamos, que nos podríamos ahorrar la vigilancia de la junta electoral ese día de reflexión y hasta el de la votación, pues no se van a alterar las preferencias de los electores por seguir escuchando los soniquetes de los mensajes electorales.
En fin, ya que me obligan a reflexionar, y como mi voto lo tengo decidido hace tiempo (como la mayoría del censo electoral), espero hacerlo con una buena cena en la mejor compañía. Que mañana será otro día. Y a ver si van pensando nuestros próceres en hacer algunos cambios, que la población ya está cansada de algunas cosas.
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