jueves, 23 de julio de 2015

El ventilador


Se acabaron los calores en la noche. Se acabó el sudar en el dormitorio, a no ser que sea de esa otra manera más agradable (esa en que estáis pensando). La ola de calor no va a impedirnos dormir tranquilamente. Se acabó el ver el termómetro del dormitorio señalar 30 grados, y no bajar a menos de 25 o 27. Y también se acabó el miedo a dejar el aire acondicionado puesto toda la noche (después de estar todo el día), para que el facturón de la luz crezca a velocidad vertiginosa. O que termines con un resfriado al comprobar que el ambiente exterior sigue siendo cálido al levantarte (aunque sea a las 7 de la mañana) y tu cuerpo no resista tanto contraste de temperaturas, y tu garganta esté siempre reseca y la nariz moqueando. Hemos puesto un ventilador de techo, de esos que tienen la lámpara incorporada. De aquí en adelante habrá que acostumbrarse al nuevo artilugio, sobre todo a la hora de encender y apagar la lámpara, para no cortar el ventilador. Cuestión de tiempo y entrenamiento. Su aire, menos agresivo que el "acondicionado", rebajará el calor durante la noche. Y gastará menos (espero). Ya no hay temor a que las predicciones meteorológicas, que una semana sí y otra también anuncian la esperada bajada de temperaturas, se equivoquen y sigamos, no con la ola, sino con este tsunami de calor que venimos padeciendo desde la primavera. Eso esperamos. Tenemos ventilador.

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