Cuando la revista satírica Charile Hebdo sufrió un atentado con varios muertos, perpetrado por yihadistas, expresé mi opinión sobre el terrorismo islamista. Entonces comenté que si seguíamos dependiendo energéticamente del petróleo seguiríamos financiando a quienes financian el integrismo y el fundamentalismo islámico y a los terroristas que de estos movimientos salen.
Diez meses después vuelven a atentar en París los mismos, ya que Francia, desde entonces se ha distinguido por perseguir a los criminales del llamado Estado Islámico o Daesh. Y nosotros, en Occidente, seguimos dependiendo del petróleo. Incluso en algunos lugares, como España, las compañías energéticas tienen un enorme poder y, como son contrarias a cambiar de negocio por sus ingentes beneficios a corto plazo, impulsan legislaciones contrarias a las energías limpias y baratas, y el autoconumo, como es el caso del llamado impuesto al sol.
De esta manera las tiranías árabes siguen engordando sus cuentas de resultados y alimentando a la bestia que nos ataca sin piedad, como pasó ayer en París. Somos tan idiotas que nosotros mismos estamos fomentando el fenómeno terrorista. No solo porque Estados Unidos impulsara Al Qaeda en Afganistán para echar a los soviéticos en los años ochenta o por la invasión de Irak, con el apoyo de los terroristas islamistas, sino porque pagamos el crudo que nos venden los fanáticos con cuyos petrodólares ellos comprarán las bombas y los kalashnikov de los que no nos dejarán vivir tranquilos. Y, encima, mantenemos (y puede que sigamos manteniendo tras el 20 de diciembre también en España) a los mismos gobiernos que no cambian nada de sus políticas para ir en otra dirección. El mercado tiraniza la política y nos convierte en víctimas propiciatorias de sus beneficios.
Por supuesto que lamento las más de cien muertes de ayer y me solidarizo con los franceses, que están conociendo la brutalidad de estas acciones, como la conocimos los españoles el 11 de marzo de 2004, pero expreso mi rotunda protesta por el mantenimiento del status quo financiero, económico y energético que permite estos hechos. Así que no he dudado en firmar una petición para que España rompa relaciones diplomáticas con uno de los mecenas del fanatismo islamista, Arabia Saudí. Si estás de acuerdo tú también puedes firmar aquí. Que no se quede todo en palabras de congoja. Dejemos de relacionarnos con estos hipócritas política, económica y energéticamente. Manifestemos así nuestro rechazo a los atentados.
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