En los últimos tiempos el número de enfermos celíacos se ha multiplicado. Tal vez las posibilidades de diagnóstico, o el que nuestra alimentación haya empeorado gracias a la industria alimentaria y la comida basura, han contribuido a que se conozcan cada vez más casos de esta enfermedad. En mi familia política hay casos, como el de mi sobrino Rafa, por eso somos muy sensibles a este problema. También los establecimientos y algunas marcas están empezando a ser conscientes del problema y ofreciendo productos libres de gluten, que puedan ser consumidos por los enfermos.
Hace pocos días se daban cifras y se publicaban estudios, con motivo de que haya también un día internacional dedicado a esta enfermedad. Entre las informaciones que se dieron está la de una patente que se ha registrado de una variedad de trigo modificado genéticamente para eliminar el componente alergénico del gluten. Con ello, si se emplease esa variedad de trigo, se alejaría el peligro para los celíacos, permitiéndoles consumir productos elaborados con este cereal. La investigación para obtener esa variedad la ha liderado Francisco Barro Losada, que tiene la medalla de la ciudad de Palma del Río, y es amigo de mi juventud, que realiza su labor investigadora en el Instituto de Agricultura Sostenible perteneciente al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IAS-CSIC).
El problema es que ninguna empresa española se ha interesado por la patente. Creen que porque, al ser un producto modificado genéticamente, las empresas no se atreven por la mala prensa de los transgénicos, que muchos piensan que son perjudiciales, cuando hay estudios que concluyen que no se dan esos efectos perjudiciales. Una pena, son muchos millones de personas las afectadas por esta enfermedad que se verían beneficiadas por el cultivo del trigo modificado por estas investigaciones. Los prejuicios sí que son perjudiciales.
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