Adiós Gran Bretaña. Adiós Europa. La Unión Europea lleva años en descomposición. Desde hace tiempo varios enemigos han hecho imposible el sueño europeo de hacer unos "Estados Unidos de Europa". El nacionalismo ha pervivido a pesar de las dos trágicas experiencias de las guerras mundiales. Gran Bretaña era uno de los estados que más cuestionaba la Unión. Y, desde el inicio de esta crisis financiera y económica última, las voces para acabar con una Europa unida han aumentado de volumen e intensidad.
Europa se dividió con la crisis convirtiendo la relación de los países del Sur en un crédito hipotecario leonino, en beneficio de los países del Norte, lo que ha producido el empobrecimiento de los deudores, impuesto por los demás para resarcirse de los rescates. La polarización entre ricos y pobres se ha acentuado cargándose a la clase media surgida con el estado del bienestar. Y siempre la clase media ha buscado en los populismos su tabla de salvación, ganando terreno los nacionalismos como refugio de esa clase media y los obreros depauperados, sobre todo gracias a la afluencia de extranjeros, a los que se culpabiliza de su situación. Ya pasó en los años treinta del siglo pasado y vuelve a suceder en Europa con el auge de los partidos de extrema derecha y otros también de otro signo (extrema izquierda) que, como encantadores de serpientes, practican la demagogia sin fin, proclamando en sus discursos lo que la gente desesperada quiere oír, pero sin ofrecer recetas sensatas, ni democráticas.
Este auge nacionalista está también en el origen del resultado del "referéndum del Brexit". Al tradicional euro-escepticismo se suman las consecuencias de años de política neoliberal, tras el triunfo de M. Thatcher. Vuelven los trabajadores y los empobrecidos a ver al enemigo externo, como algo principal, ya que la política impuesta por Bruselas tiene también mucho de nacionalista, en beneficio de los ricos.
Europa, con el referéndum, está tocada del ala, aún más de lo que estaba antes, con la futura salida del Reino Unido. Otros nacionalismos están planteando lo mismo en sus países (Dinamarca, Francia, Suecia, Grecia, Holanda...) Pero Gran Bretaña también sale dañada. Escocia, Irlanda del Norte y Londres han votado contra la salida de la Unión. Sus respectivas tendencias centrífugas han tomado oxígeno con este resultado. De este modo puede que el mismo Reino Unido deje de ser tal, como le ha pasado a otros estados europeos. Las consecuencias, y no solo las inmediatas (hundimiento de la libra, caídas generalizadas de las bolsas, etc), pueden ser más graves de lo que pensamos. El primer ministro Cameron fue astuto y tuvo suerte con el referéndum escocés, con éste del Brexit ha demostrado ser menos inteligente de lo que se creía. En España debemos aprender la lección.
Este auge nacionalista está también en el origen del resultado del "referéndum del Brexit". Al tradicional euro-escepticismo se suman las consecuencias de años de política neoliberal, tras el triunfo de M. Thatcher. Vuelven los trabajadores y los empobrecidos a ver al enemigo externo, como algo principal, ya que la política impuesta por Bruselas tiene también mucho de nacionalista, en beneficio de los ricos.
Europa, con el referéndum, está tocada del ala, aún más de lo que estaba antes, con la futura salida del Reino Unido. Otros nacionalismos están planteando lo mismo en sus países (Dinamarca, Francia, Suecia, Grecia, Holanda...) Pero Gran Bretaña también sale dañada. Escocia, Irlanda del Norte y Londres han votado contra la salida de la Unión. Sus respectivas tendencias centrífugas han tomado oxígeno con este resultado. De este modo puede que el mismo Reino Unido deje de ser tal, como le ha pasado a otros estados europeos. Las consecuencias, y no solo las inmediatas (hundimiento de la libra, caídas generalizadas de las bolsas, etc), pueden ser más graves de lo que pensamos. El primer ministro Cameron fue astuto y tuvo suerte con el referéndum escocés, con éste del Brexit ha demostrado ser menos inteligente de lo que se creía. En España debemos aprender la lección.
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