lunes, 27 de junio de 2016

Tras las elecciones, la vida sigue igual


Tras lo sucedido ayer, después del recuento del contenido de las urnas, muchas ideas me han surgido, como a muchos. Hoy me acuerdo de una canción de Julio Iglesias: la vida sigue igual.

Unos que nacen otros morirán 
unos que ríen otros lloraran 
aguas sin cauces ríos sin mar 
penas y glorias guerras y paz 

Siempre hay por quien vivir y a quien amar 
siempre hay por que vivir por que luchar 
al final las obras quedan las gentes se van 
otros que vienen las continuaran la vida sigue igual 

Pocos amigos que son de verdad 
cuanto te halagan si triunfando estas 
y si fracasas bien comprenderás 
los buenos quedan los demás se van. 

Siempre hay por quien vivir por quien amar 
siempre hay por que vivir por que luchar 
al final las obras quedan las gentes se van 
otras que vienen las continuaran 
la vida sigue.... iguaal....

Y también me he acordado de mis reflexiones de hace seis meses, el lunes después a las elecciones de diciembre. No me quiero pasar de pedante, pero no iban nada descaminadas. Lo que sí ha cambiado es que, aunque siguen siendo todos perdedores, algunos lo son más que otros. Y esto es consecuencia de las expectativas. Las expectativas son importantísimas en los análisis del funcionamiento de las organizaciones, y para medir la calidad de su actuación son un indicador de primer orden. De ahí que, aunque se realicen sus fines, si las expectativas no se cumplen, la organización  desemboca en el fracaso.

El PP ha ganado, sin mayoría absoluta de nuevo, pero aumentando votos y escaños. Como pensaba en diciembre, el experimento Ciudadanos, que, para colmo, pactó con el PSOE, ha hecho que votos de derecha vuelvan al redil de Rajoy, para no dividir el electorado y con ello perder poderío. Se mantiene Ciudadanos como cuarta fuerza política, lo que apunta a consolidación, pero son menos decisivos. El PP, a pesar de seguir con los escándalos y la corrupción, vuelve a ser el partido más votado. Su electorado ha votado con miedo a un Podemos, que fue presentado por los medios de comunicación propiedad de la derecha (es decir, todos) como un rival serio, en detrimento del PSOE. Y pensar que les iban a expropiar el piso y les iban a violar a la niña o la monja, tras el correspondiente asalto a la capilla, ha movido el voto conservador al partido "seguro tradicional".Como las expectativas del PP no eran tal altas, salen eufóricos, a pesara de tener que seguir mendigando apoyos para poder gobernar.

El "sorpasso" se ha convertido en "tortazo". Podemos sigue siendo la tercera fuerza política, a pesar de fagocitar a IU, con un Garzón entregado hasta la médula (y con una IU en ruina tras diciembre). Las encuestas pronosticaban (hasta las de pie de urna del mismo día de las elecciones) el adelanto de los "morados" al PSOE. Quienes no tengan claro que las encuestas se manipulan en beneficio de quien las encarga, es más ingenuo que Calimero (aquel pollo de los dibujos animados). Esas encuestas las encargan los medios de comunicación, y todas obedecían a una estrategia: favorecer a Podemos para cargarse al PSOE. Incluida la del CIS, también en manos de la derecha gobernante. Pero, ay, los ciudadanos no se han dejado influir en demasía. El voto del PSOE ha permanecido más o menos fiel, eso sí con perdidas respecto a diciembre, socavando el suelo electoral. Pero Podemos ha perdido votos, muchos más que los socialistas (más de un millón), a pesar de absorber a los comunistas. Solo "triunfan" con el nacionalismo (Cataluña y Euskadi), como si la izquierda fuese nacionalista. De pena. Anguita no ha dicho nada desde ayer, cuando la sonrisa (lema de campaña de Podemos) se les tornó pesadumbre en los rostros de los comparecientes. Las expectativas del sorpasso y de acabar con el PSOE han terminado convirtiéndose en monumental fracaso. Querían tocar el cielo, y lo que han tocado es techo, techo electoral, a la luz de los resultados.

El PSOE sigue vivo y coleando. Aunque adolece de las mismas taras que antes. La vida sigue igual. Se convirtió en el centro de todos los tortazos, cuando debió quedarse al margen, por la posibilidad de asumir la presidencia del gobierno. Desde derecha a izquierda nos han asaeteado sin piedad. El ganador de esa contienda ya sabemos quién ha sido: Rajoy, el que se quedó esperando acontecimientos, mientras las "izquierdas" se devoraban entre ellas, intentando pactar. Ya me lo temía en diciembre. Y estaba claro que era al que menos le interesaba que se repitieran las elecciones, como sí porfiaron Podemos y el PP, reeditando una nueva "pinza". Como el PSOE tenía peores expectativas, su fracaso se convierte en dulce "victoria": los que querían destruirlo son los que han sucumbido.

Pero el PSOE, como decía, sigue manteniendo sus taras. Sigue sin conectar con una parte de los ciudadanos que fueron duramente castigados por la crisis, esos que han optado por radicalismos de izquierda o derecha, como en la primera mitad del siglo pasado, esos que han ganado en Gran Bretaña. Hace años que vengo insistiendo en la necesaria respuesta a la crisis también institucional que vive España y lo dije en la Conferencia Política que celebró el partido en 2013. Parece que el inmovilismo pétreo de una organización con sólidos poderes territoriales hace imposible la necesaria renovación de personas, ideas y políticas dentro del PSOE.

El caso de Andalucía ha sido sonado. El PSOE ha perdido las elecciones. O más bien Susana. Ya que todo lo que se hacía, nos decían, era gracias a Susana. El PP ha ganado en todas las comunidades salvo Cataluña y Euskadi, y ha empatado en Navarra. Y eso es un freno a Susana, que había alzado en volandas a Pedro Sánchez para la secretaría general, esperando que fuese su "segundo de a bordo". Su suerte ha sido que Podemos, liderado por el tándem Gordillo-Cañamero-Teresa Rodríguez, con Bódalo de guardia de corps, ha asustado al electorado. Sus métodos son aquí (no en Madrid y otras zonas) demasiado conocidos. Ocupar tierras (las públicas solo, no las de los caciques), asaltar supermercados, apoyar a los presos de ETA y montar grescas no era el mejor pasaporte para la gloria. Y seguro que muchos comunistas, de los de siempre, se han quedado en casa con tal de no votar a Podemos, un partido que los ha despreciado. Pero el PSOE, a su pesar, pierde. El varapalo merece una reflexión seria en el PSOE andaluz, gobernante desde 1982.

El panorama nos deja de nuevo en la incertidumbre, sin mayorías nada claras. ¿Veremos unas terceras elecciones? La mayoría dice no. Que no se soporta un año con gobierno interino, con el futuro que nos acecha, con una Europa todavía conmocionada por lo de Gran Bretaña y la crisis sin solucionar. Por ahora sigue sonándome la canción de Julio Iglesias. Unos ríen y otros lloran. Penas y glorias, guerras y paz. La vida sigue igual. ¿Hasta cuándo?



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