Llevo más de 34 años en el PSOE, antes estuve dos años en el PCE y otros años más en las juventudes comunistas (desde que entré en la clandestinidad, con 15 años). Desde muy joven me interesó la política y leí todo lo que se me puso a mano sobre eso, deteniéndome especialmente en la doctrina marxista, la de otros autores socialistas, sus vidas, los hechos históricos de los revolucionarios célebres, los sindicatos y partidos de izquierda, incluso antes de la muerte de Franco. La llamada Transición democrática y la relajación de la censura anterior permitió la publicación de numerosos escritos, en libros y en medios de comunicación, donde se daban a conocer doctrinas políticas antes perseguidas y prohibidas. Nunca entonces, ni después, encontré referencia alguna a dioses. Es más, el marxismo, que tan de moda estuvo en los primeros años tras la muerte del dictador y en la democracia recién estrenada, renegaba de mitos, dioses y otras teorías emocionales, centrándose en el uso de la razón y la ciencia como herramientas de emancipación del ser humano, esclavizado por las duras leyes del capitalismo.
Ahora, un tal Lambán, presidente de la Diputación General de Aragón desde 2015, y secretario general del PSOE de esa comunidad, ha dicho en un acto que "Los dioses del socialismo y la política cubren a Susana Díaz con un manto todavía más poderoso que el que la cubría hace un año". Y añadió: "En su condición de trianera, será requerida en los próximos meses para parar, templar y mandar". Como un torero, vamos, dominando al toro.
Todavía siento estupor, con esa referencia a los "dioses del socialismo y la política". Como cuando Susana Díaz, pronunció aquello de que el PSOE no era ni de izquierdas ni de derechas. Muchas cosas han cambiado desde aquellos años jóvenes en que me inicié en política. Lo que no cambia en una parte de la izquierda es el llamado "culto a la personalidad", algo que tuvo especial predicamento con líderes como Lenin, Stalin y otros dirigentes comunistas, cuando el comunismo se convirtió casi en una religión, llegando también a contagiar durante algún tiempo al socialismo europeo. El culto a la personalidad (o también la adulación a quien manda) parece mover a algunos a decir tonterías como esa de los dioses del socialismo.
Esto me ha recordado una película de principios de los ochenta, que vi en el Cine Club de Vientos del Pueblo en aquellos años. Su título es de lo más expresivo: "Los dioses deben estar locos". Os dejo con dos escenas memorables de aquella divertida película, que merecería la pena volver a ver, pues no ha perdido actualidad en su mensaje, a pesar del paso de los años.
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