miércoles, 17 de mayo de 2017

Una tarde para la historia y la leyenda: Manuel Díaz, Julio Benítez y Javier Benjumea torean en Palma del Río


Mañana comienza la Feria de Mayo de Palma del Río. Como en otros años se ha publicado una revista de Feria, con colaboración del Ayuntamiento palmeño y de casas comerciales y empresas, editada por la Editorial Coleopar Ceparia e Imprenta Lopera. Una edición de mucha calidad, que se agota pronto y que, además de encontrarse gratis en diversos puntos de distribución, es enviada a muchas personas, especialmente a palmeños y palmeñas que viven fuera de nuestra ciudad. Este año han contado conmigo para publicar un artículo sobre el festejo taurino que protagonizaron Manuel Díaz y Julio Benítez (ambos con el apodo de "El cordobés") y Javier Benjumea, junto a otros artículos más. Agradezco el honor de haber sido invitado. Este es el artículo que publico en dicha revista, que fue presentada y puesta en circulación el pasado viernes. 


"Una tarde para la historia y la leyenda: Manuel Díaz, Julio Benítez y Javier Benjumea torean en Palma del Río

Recuerdo, cuando yo era niño, que se reunían familiares y amigos con mi padre, en nuestra antigua casa, para ver en televisión las corridas de toros que retransmitían. Fue cuando me aficioné a este mundillo y este arte. Era en los años sesenta, y una figura de Palma empezaba a convertirse en ídolo de masas, Manuel Benítez “El Cordobés”. El nombre de Palma del Río sonaba por aquellos tiempos en el mundo entero gracias a la figura de este matador, que estaba revolucionando el mundo de la tauromaquia. No era el único hijo de esta tierra que se dedicaba al mundo del toro por entonces: Manuel Fuillerat Nieto “Palmeño” (hijo de Julio Fuillerat García “Palmeño”), Pedrín Benjumea (sevillano, pero residente en Palma), Antonio Ruiz “El Barquillero”, Santiago Morales “El Arrojao”, Vicente Linares, etc. Un plantel numeroso de profesionales del toro bravo (incluyendo otras actividades, como picadores, ganaderos, novilleros, subalternos...) hicieron que Palma se conociese como “cuna de grandes toreros”, como rezaban aquellos anuncios que había a las entradas del pueblo, en forma de burladero.

Dominique Lapierre y Larry Collins, publicaron entonces un libro, “O llevarás luto por mí”, que contribuyó a hacer del diestro, además de figura, una leyenda, pues se destacaba en él el personaje humilde que logra fama y riqueza con mucho valor y tenacidad. Ese libro lo vi en casa, aunque no lo leí. Ha sido no hace mucho, con una edición nueva, sin la censura que entonces sufrió, cuando lo he podido leer. En el libro aparece un personaje, Manuel Ruiz, “Charneca”, hostelero que apoyó a Benítez de joven y que convirtió su bar en un santuario dedicado al torero, y al mundo del toro. En Palma había dos peñas: la del bar “Charneca”, dedicada a “El Cordobés”, y la Peña “El Palmeño”, donde se reunían los partidarios de Manuel Fuillerat (que se anunciaba siempre como “Manuel García Palmeño”, como su padre, tal vez por lo exótico de su apellido real). Mi padre acudía con frecuencia a la última, hasta que cerró. Y en la familia teníamos un primo casado con una hermana del torero, además de otros miembros relacionados con el mundo del ganado.


Tras algunos años la leyenda de “El Cordobés” decayó, como el mundo del toro en general en Palma. El no tener plaza fija, de obra, era un inconveniente. No obstante, la afición y la vocación por este arte no se extinguieron. Surgieron otros toreros en Palma, en décadas posteriores. Se han celebrado novilladas y corridas, algunas presididas por mí en mi etapa de concejal. Una novillada, que no presidí, a beneficio del Hospital de San Sebastián, tuvo lugar en 1993 (Ver nota 1) en una plaza portátil. En ella, Manuel Díaz, antes de tomar la alternativa, se encerró con seis novillos. Ya se comentaba que el padre (no oficial todavía) le ayudaba, aunque se disputasen el apodo “El Cordobés”. Hubo mucha expectación. Estuve allí cuando se presentó en el Hospital, y, tras salir del coche, y saludar a los presentes, una paisana (cuyo nombre me reservo, lógicamente) dijo a los presentes "es igualito que su padre". Esa “presunta” relación del joven novillero, ya en el candelero, con nuestro paisano hizo que el festejo fuese un éxito.

En 2003 Julio Benítez, hijo de Manuel Benítez y Martina Fraysse, también apodado “El Cordobés”, Antonio José Sánchez (“Sánchez de Palma”), el rejoneador Pedro Cárdenas, Javier Benjumea, y el mismo Manuel Benítez, participaron en un festival taurino, también a beneficio del Hospital de San Sebastián. Comí con “El Cordobés” padre, el cura Isidro (gerente de la residencia de ancianos del Hospital) y otros, en el Hotel Castillo, pues me tocó presidir otra vez el festejo. Había mucha expectación, pues suponía la reaparición de la leyenda palmeña en los ruedos de nuestra ciudad, tras haberse retirado hace años. Tanta emoción e interés concitó entre la gente, que la corrida empezó tarde porque no pude acceder a la Presidencia a su hora, del atasco que había, en pasillos y escaleras. Recuerdo que tuve que subir desde el callejón, ayudado por un agente de la Guardia Civil, “escalando” el tendido repleto de público. Para colmo ese día Julio se lesionó una rodilla, al cogerle un animal, y su padre tuvo que matar su novillo, al llevárselo al hospital. Respiré aliviado cuando terminó el espectáculo, pero el respetable disfrutó con el ídolo de nuevo en casa.


Aquel día de la reaparición de “El Cordobés”, proclamado ya quinto “Califa del Toreo”, éste tuvo oportunidad de compartir plaza con el vástago de otra de las figuras, coetáneo de Benítez, Pedrín Benjumea, que, aunque era natural de Herrera (Sevilla) se afincó en Palma del Río de niño: Javier Benjumea. Este torero ha lidiado varias veces en Palma. Sus últimas apariciones fueron, una en la Feria de Mayo de 2009, en una novillada, que presidí, cuya recaudación fue destinada a la restauración de una de las capillas de la Iglesia del antiguo Convento de San Francisco, meses antes de tomar al alternativa en Écija. Un festejo que no llenó plaza (¡qué difícil es sacar a la gente de la feria para ir a los toros en Palma!), hasta llovió, pero donde todo al final salió bien, quedando contentos los novilleros, el ganadero (el ganado fue bueno, cosa rara en un festejo celebrado en plaza portátil), el empresario y el público asistente. Y otra, su última aparición, hace dos años, junto a dos figuras del momento, el jerezano Juan José Padilla y el granadino David Fandila, "el Fandi". Todo un cartel de lujo por los diestros, que no por el ganado, aunque disfrutamos por la valentía de Padilla, el buen hacer del Fandi y las ganas del joven Benjumea.

Desde hace algo más de un año, Manuel Benítez ha sido protagonista no ya de la prensa taurina, sino de los medios “del corazón”. Manuel Díaz presentó contra él demanda de paternidad y la Audiencia Provincial de Córdoba falló en su favor en 2016, declarándolo hijo biológico del torero. También se ha separado de Martina y hasta ha encontrado nueva pareja en otra palmeña. La gran noticia vino con la aparición de los dos “recientes” hermanos toreros en una primera corrida en Morón de la Frontera (Sevilla) en marzo de este año, donde se esperó la presencia del patriarca, sin éxito. El 22 del pasado mes de abril tuvimos la oportunidad de ver en Palma del Río a los herederos de las dos dinastías de toreros comentadas, la de Manuel Benítez y la de Pedrín Benjumea. Julio y Manuel hacían su segundo paseíllo juntos, compartiendo cartel con Javier, en una corrida que provocó el interés de los medios de comunicación y del público. De nuevo todos esperábamos la asistencia del torero palmeño, para ver a sus sucesores en el arte de Cúchares, con nombre artístico similar, y con el aliciente de celebrarse el festejo en la tierra del primero. Y, de nuevo, nos quedamos con las ganas. Los hermanos se encuentran encantados de torear juntos, y disfrutan de su nueva cercanía profesional y familiar. El padre no parece tan contento. 


Fue una tarde de toros con aforo completo y con el cartel de no hay billetes en la taquilla. Con la presencia de multitud de medios de comunicación, aficionados y curiosos, deseosos de ver a los diestros, sus familias y todo el espectáculo mediático montado. Los toreros hicieron todo lo posible por agradar al respetable, que les premiaron con su afecto y peticiones de orejas, concedidas con generosidad por la presidencia. El ganado fue lo peor de la tarde, escasos de fuerzas, algunos rajados nada más salir del encuentro con el picador, manseando otros... Una pena que se trate así al público de una plaza portátil, que ha pagado una entrada a precio de plaza de primera. Sin embargo, disfrutamos del repertorio de recursos de los toreros, ya que se emplearon bien en sus faenas. Gustaron los “guiños al tendido” de Manuel Díaz, con su habitual habilidad para conectar con el público, y sus lances efectistas, incluyendo el famoso “salto de la rana” del padre. Julio Benítez, que está enderezando su carrera, dio muestras de mejor hacer que en tiempos pasados, y con ganas de agradar a un tendido entregado, también luciéndose con la muleta y con desplantes y otros adornos. Javier Benjumea, muy torero, bien con el capote y que, de no haber tenido un toro (el primero) que se paraba a cada embestida, habría encandilado al buen aficionado con serias tandas de naturales, dando muestras de no quedarse atrás y ganarse el favor de la concurrencia. Salieron los tres a hombros de la plaza.

Una tarde entretenida donde se cruzó la historia y la leyenda, donde estuvo presente la realidad y también el mito, el recuerdo del pasado y la esperanza del futuro de la fiesta. Un acontecimiento único que hubiera enganchado a aquellos aficionados de los sesenta y setenta (algunos todavía vivos y, seguro, presentes en la plaza), como los que se sentaban en mi casa para ver la correspondiente corrida televisada. Un día en que Palma volvió a ser la cuna de grandes toreros que antaño fue."

(Nota 1. En la revista aparece la fecha de 1993, cuando, en realidad, este festejo tuvo lugar el 19 de mayo de 1995. La fecha publicada es la que dio el mismo torero en la rueda de prensa que se celebró para anunciar la corrida, en el Convento de Santa Clara, y que recogió la prensa. De la noticia la cogí y así ha pasado a mi artículo. Pido disculpas por ello. De haber comprobado mis agendas, habría usado la fecha real, como publicó el historiador Juan Antonio Zamora en otro artículo de la misma revista. De todas formas, esa errata no empaña el fondo de lo relatado: el festejo a beneficio del Hospital de San Sebastián, en el que por primera vez toreó, en Palma del Río, Manuel Díaz.)

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