sábado, 22 de marzo de 2008

Piedras, piedras

¿Castilla?, no, Andalucía. ¿No es Salamanca o Valladolid?, No son Baeza y Úbeda, en Jaén.

Muchos tienden a identificar a Andalucía casi exclusivamente con la Giralda, la Mezquita de Córdoba o la Alhambra, o con los pueblos blancos de la serranía de Cádiz, con la herencia del dominio musulmán. Pero nuestra tierra tiene ejemplos arquitectónicos de todos los tiempos: dólmenes prehistóricos, templos y palacios romanos, iglesias visigodas, edificios románicos, catedrales góticas, conventos barrocos....Úbeda y Baeza, también tienen ejemplos de estos estilos artísticos, pero es el renacentista por el que destaca, tanto el purista como el plateresco. Al mismo tiempo que se recuperaba lo romano (la época clásica reinterpretada por el hombre total del fin de la edad media) en Italia, aquí en nuestro sur, también nos enganchábamos al mismo carro del progreso cultural.

El fin de semana pasado, estuvimos en estas dos ciudades. Y mereció la pena. Andalucía es una tierra rica, aunque muchas veces lo olvidemos. No podemos hacerlo. Nuestro origen no se remonta a los pastores de la Meca, ni a las montañas rifeñas. Nuestra cultura no proviene de El Corán. Palacios, iglesias, universidades, obras de arte que nos unen a toda una civilización que se extiende por Europa desde hace siglos, son el testimonio de nuestra historia, de nuestro ser. Lo exótico es bello, pero es la excepción. La verdadera convivencia de culturas se dio en el reino de Castilla, bajo Alfonso X, tras las conquistas de su padre Fernando III. La regla, en Andalucía como en el resto de España, es Europa y a ella pertenecemos, para bien y para mal. Y en estas dos ciudades lo pudimos comprobar... con creces.

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