La ministra de educación y los crucifijos

No entiendo lo de la ministra de Educación, Mercedes Cabrera. Ayer le oímos decir que los centros eran los que debían decidir si se quitaban o no los crucifijos de los centros educativos públicos: "hay que respetar la autonomía de cada centro para decidir sobre la presencia o retirada de los símbolos religiosos de los colegios públicos, puesto que son los que mejor conocen qué tipo de alumnos tienen y qué piensan los padres".

Hoy dice que esta polémica se zanjó con la aprobación de la constitución “en la que se dice que España es un Estado aconfesional". ¿Cómo casa eso con lo que dijo ayer?. Si un estado es aconfesional, no puede hacer propaganda de ninguna confesión religiosa, ni expresa ni tácitamente, como ocurre cuando se exhiben símbolos religiosos en dependencias públicas. Eso lo ha dejado claro esta sentencia del centro de Valladolid. Por tanto no puede quedar al arbitrio de quienes gestionan esas dependencias .

¿Se imaginan, por ejemplo, que puesto que en mi ayuntamiento el PSOE tiene mayoría (y por tanto la responsabilidad de gestionarlo), yo, como portavoz del grupo mayoritario ordenase que se ostentasen símbolos de mis creencias religiosas en la entrada de la casa consistorial (en lugar del escudo municipal y las banderas)?. ¿Qué pasaría si en otro edificio público colocaran una imagen de Lucifer, por ser éste un símbolo de la rebeldía?. Seguro que habría una gran polémica.

El problema es que no se respeta la separación entre religión e instituciones públicas. Y los centros educativos públicos (y habría que añadir, privados pero sostenidos con fondos públicos) deben respetar también esa separación, como dice la sentencia. Y repito, no entiendo como la ministra de educación de un gobierno socialista puede afirmar que eso es “respetar la autonomía de cada centro”. Aunque haya querido matizarlo hoy. No se puede escudar en si molestan o no los símbolos ("cualquier símbolo que pueda agredir a cualquiera de los que circulan por él debe ser quitado de en medio") puesto que ese no es el fundamento jurídico para la retirada de éstos.

Me temo que estamos ante otro caso de “globo sonda”, típico de quienes no tienen clara la política que hay que desarrollar, y se quiere contentar a todos a un mismo tiempo, cosa a todas luces imposible, máxime cuando se trata de asuntos tan peliagudos, como éste que afecta a lo más íntimo de las conciencias…. A menos que opine también que somos una sociedad enferma de cristofobia, como ha dicho el cardenal arzobispo de Toledo, Antonio Cañizares, pero eso sí que sería motivo de mayor preocupación.