jueves, 20 de agosto de 2009

Feria de Agosto en Palma del Río, 2009


Hace un año os comentaba el origen de la feria de agosto de Palma del Río. Hoy, como año tras año, tras más de quinientos, volvemos a inaugurarla. Los problemas siguen siendo los mismos, o más bien se han agudizado. Tendremos autobús y caseta de los niños, como el año pasado y la anterior feria de este año, la de mayo, pero las casetas de adultos, las tradicionales del recinto de San Francisco, han disminuido drásticamente: solo tres solicitantes hemos tenido, que se sumarán a la caseta municipal, para la que preveo una asistencia desorbitada por ello. De nuevo, los aguaúchos, o quioscos del Paseo se pondrán las botas acogiendo a las personas que vengan a la feria, tanto de Palma como de los pueblos de alrededor. Y seguro que las atracciones (los “cacharritos”) también menguarán en número.

Es el signo de los tiempos, como ya os comentaba hace un año. Los jóvenes seguirán con su “botellón”, fenómeno que se ha cargado a las casetas que mayoritariamente se instalaban en agosto, las “disco-casetas”. Beber del supermercado es más barato y nadie está dispuesto a invertir un dinero que ni siquiera va a recuperar, porque los jóvenes beben en el botellón del jardín y van a bailar a las casetas, sin gastar un solo euro. Además los que hace años quisieron cambiar la naturaleza de la feria, convirtiéndola en una “macro-discoteca al aire libre con diversos ambientes”, y fomentando el ruido (que expulsaba a los mayores) y el consumo masivo de combinados alcohólicos, además de ser derrotados por el botellón, han sido derrotados por la vida, se han casado muchos, tienen hijos pequeños y ya no merece la pena ni apetece dedicarse una semana a trabajar como bestias tras una barra. En fin, que “a todo perro le llega su San Martín” (curioso, uno de los que fomentaron este tipo de negocios , el de las disco-casetas, en feria se llama Martín y se casó no hace mucho y tiene a su mujer embarazada, por lo que su caseta, una de las más concurridas antes, ya ha faltado a la cita estival), y la feria está cambiando.

No creo, como me decía hace poco un amigo, que se vaya a mejorar el panorama cambiándola de ubicación, para que por la falta de los aguaúchos se instalen más casetas, ya que nadie está dispuesto a trabajar, si no se es profesional de la hostelería. Algunas tradicionales y con gusto y solera ya cayeron por ese motivo, el profesional. Y la tan cacareada fusión con las fiestas patronales sigue, tras años de debate, sin cuajar (no creo que esto suceda, pues los dirigentes, tanto de la hermandad como los eclesiásticos, no están dispuestos a ceder un ápice en el sentido religioso de su festividad, frente al lúdico de estas fiestas de origen comercial). Tal vez ocurra que tanta diversión los fines de semana en verano hacen innecesario un ciclo de varios días con estas atracciones. Y unos días para huir del pueblo a las playas, sobre todo cuando no se pueden prolongar las vacaciones por la dichosa crisis, son un objetivo apetecible. En fin, que una vez más hablaremos de lo mal que está la feria. Hay materia para el debate.

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