Hace años comenté el descubrimiento de una señal de tráfico que, por estar a tanta altura y encontrarse oxidada y deteriorada, nadie había reparado en su existencia. Por tanto era casi imposible que cumpliera su función de regular el tráfico. Días después de hablar con el concejal de tráfico del ayuntamiento, la señal fue eliminada, y solo queda mi post como testimonio de su existencia en el pasado. (Recomiendo que releáis el post antiguo, pulsando en "señal de tráfico"). Pero gracias a mi gusto por los paseos urbanos, hace tiempo nos percatamos de otros elementos "arqueológicos" del mobiliario urbano.
Con el paso del tiempo se hace necesario la renovación de las farolas que iluminan nuestras calles, o, al menos, eso pretenden. Muchas veces es porque no permiten ver del todo bien por estar viejas, o dejan zonas de sombra al no cubrir con su potencia un radio de acción suficiente. Los avances técnicos además permiten obtener una mejor iluminación y más ecológica, ahorrando costes a las arcas públicas, y no contaminando tanto. Normalmente se procede a su sustitución, pero otras veces se instalan las luminarias (palabra muy técnica y "finolis" que se está poniendo de moda en el sector) en otros puntos de la vía, para conseguir un efecto mejor. Entonces lo normal es retirar los báculos o farolas que quedan desconectados de la red de alumbrado.
Pues bien, en esos paseos que decía antes hemos encontrado farolas que no han sido retiradas. O, incluso, faroles que, a pesar de haberse renovado el resto, aun siguen allí donde se colocaron en la antigüedad; que de noche se encienden aunque su tarea sea prácticamente testimonial, una mínima expresión de luminosidad que no alcanza más que para decirnos que siguen allí, olvidadas, solitarias, cumpliendo un deber que a nadie apenas ya beneficia ni interesa.
El caso que os muestro es uno de éstos. Una avenida amplia, donde el alumbrado urbano ha sido sustituido y completado en varias ocasiones, y con material moderno y mucho mejor, como es la Avenida de Santa Ana de Palma del Río. Esta vía aún conserva una farola antigua, adosada a la fachada de una casa, de esas que primero se edificaron en lo que fue carretera (y todavía hay quien la llama así, la carretera), hoy integrada en el centro del casco urbano palmeño, gracias a la expansión urbanística, desde los años ochenta. No funciona, pero sigue allí. Es una bombilla, con un platillo de metal totalmente oxidado, para reflejar la luz, sostenida por un armazón o soporte metálico, con forma más artística, también con los efectos de la corrosión del orín. Cuando aquello era una carretera pudo venir bien su forma corta, que permitiría iluminar la fachada de la casa, nada más, facilitando la entrada y la salida por la noche, a una zona terriza que daba a la calzada, sin necesidad de iluminar ésta. Después, con la integración como travesía, la urbanización y expansión de locales y viviendas, este farol quedó claramente insuficiente. Y quedó en el olvido, cuando se implantó el nuevo alumbrado público.
Ahora sigue allí, entre aparatos de aire acondicionado, instalaciones eléctricas y balconoes remozados, como un adorno más de esa fachada que iluminó. Y como testimonio de que en algo hemos mejorado en los tiempos actuales.
Como astrónomo aficionado reivindico mi derecho a un cielo limpio, que me deje ver las estrellas, y que las farolas (falora según mi vecina Paquita XD) o luminarias, alumbren hacia el suelo y no para arriba.
ResponderEliminarYa la Junta de Andalucía fue pionera después de Canarias, con una ley de protección de nuestros cielos. A ver si ahora los ayuntamientos la cumplen :)
Que lo cumplan, Alfonso. A mí también me gusta mirar al cielo, aunque los aficionados que conozco más entusiastas son mi cuñado Miguel y Jose Antonio, el cuñado de mi hermano menor, que formaron o forman parte de una asociación de astronomía local (Caronte) y han organizado cursos y jornadas sobre astronomía. No más contaminación, ni la lumínica. :-)
ResponderEliminarGracias, Creatibea. Hoy, sin embargo, discrepo de tu opinión. Creo que esta farola no debería retirarse, pero tampoco debe quedarse ahí descuidada. Deberían repasar su estabilidad y durabilidad, limpiarla y mantenerla como un vestigio del pasado, que tuvo su utilidad y hasta buen gusto (para una época pobre, como era la que teníamos cuando se instaló). No esta mal que la gente conozca su pasado in situ, pero, como bien dices, eliminando el peligro que pueda entrañar.
ResponderEliminar