Terminaba el post del 12 de marzo, dedicado a la calle San Sebastián, en los años sesenta y setenta, hablando de la casa de la familia Liñán, la que ocupaba un solar entre esta calle, la calle Muñoz, y la calle Feria. Una gran casa que desapareció, como muchas otras en aquellos tiempos, a pesar de su porte señorial, para ser sustituida por el consabido bloque de pisos. Lo hacía aprovechando una fotografía, donde solo se apreciaba parte de este edificio. Sin extenderme en las virtudes arquitectónicas de la casa, pues además su entrada principal se situaba entonces en otra de las calles señeras de nuestro casco antiguo palmeño, la calle Feria. Y no disponía de más apoyo gráfico para gozar de su recuerdo.
Decía gozar, pues, ahora que sí tengo en mi poder copias de imágenes de este perdido monumento civil, nos es posible recrearnos con pasión por el arte de modificar el espacio natural, para habitar, con comodidad y placer estético, nuestro medio urbano. Perdonadme esta frase tan solemne, y tal vez pedante, pero como acostumbro a hablar en esta serie de evocaciones del paisaje palmeño, desde el punto de vista de los recuerdos de tiempos pasados, vividos en primera persona, la emoción se instala en el relato, domeñando mis palabras.
Finalizaba, como decía, aquel artículo rememorando “la imagen de los escombros, durante su demolición, con las rejas y el imponente balcón que adornaban su fachada, sobre los cascotes y en medio de la polvareda. Un monumento más caído gracias a la miopía de los encargados por velar de nuestro de patrimonio y por la tontería de los hombres de negocio de aquella época.” Con estas imágenes podéis comprobar el por qué de estas palabras. Vemos en la primera foto la imagen de la calle San Sebastián, desde mi calle de la niñez, José de Mora, en la esquina donde estuvo el Banco de Bilbao, en el edificio que sustituyó la casa de Soledad López, pariente de mi padre, por parte de su primera mujer, con la espadaña de la iglesia del Hospital que da nombre a esa calle, al fondo. Y a la derecha, haciendo esquina, la casa hoy recuperada en nuestro álbum. Se aprecian las consecuencias del abandono, se ven los ladrillos, con el revoque caído, o colgando trozos del enlucido, a punto de desprenderse. Algo que presagia su próxima demolición, al no encontrarse habitada.
Vamos a otra imagen más clara, una vez situada en el espacio, la casa recordada. Con esta posición oblicua vemos la casa Liñán en esquina. Hay un letrero de chapa, azul con letras blancas, por encima de la señal de acceso prohibido, donde una flecha nos indica la dirección de la casa de la calle Cigüela donde estaba la centralita de teléfonos, anterior a la implantación del servicio automático. Después se despliega ante nosotros la fachada principal, antes de una típica casa de arquitectura popular, menos pomposa, creo que la de la maestra Rosarito Rodríguez, que albergaba en un accesoria, la zapatería de Agustín y Juan José. Una portada abombada, de base casi semicircular, quebrada por la puerta, y dividida en espacios almohadillados, que me recuerdan al estilo barroco, y dos ventanas a ambos lados. Y sobre la puerta, un dintel que sostiene un hermoso balcón, el que vi, por desgracia, como cadáver reposando sobre los escombros del derribo. Para apreciarlo en todo su esplendor, nos detendremos en la siguiente imagen.
En ella, ya de frente, apreciamos la majestuosidad de la puerta principal. Las ventanas de ambos lados, apoyadas en el zócalo, son sencillas, a ras de la pared, con rejas, y decoradas en sus bases por una cenefa de dibujo cerámico. El dintel de la puerta se adorna con una peana que sirve de soporte al balcón. Éste está también acompañado de dos ventanas a su izquierda y derecha, que sobresalen del paramento, enrejadas, con base y cornisa sobresalientes. El balcón es lo más llamativo. Es un típico balcón recubierto o protegido por cierre metálico acristalado, que se apoya en la barandilla y la cubre por detrás. Los vidrios superiores son de color, mientras que los inferiores son transparentes. Tiene adornos en forma de hojas por encima de la barandilla, y otros mayores coronando el tejadillo que lo cubre, sostenido por una cenefa de rosetones, entre los arquitos en que se apoya. Es muy parecido al balcón de la casa modernista, que mandó construir Julio Muñoz, el ahijado del Marqués de Monte Sión, que hubo a la entrada de la calle Ancha, aunque de forma menos curva, con línea más quebrada, y tal vez menos prominente. No obstante es también una balcón hermoso, ricamente decorado, que merecía haber sido conservado.
Del interior no puedo hablar nada, pues no recuerdo haber entrado allí nunca. Solo me viene a la memoria el suelo empedrado del patio o corralón que tenía entrada por calle San Sebastián, y que veía al pasar frecuentemente por allí. Las estancias de la primera planta debían estar perfectamente iluminadas debido a la profusión de amplias ventanas, en contraste con la planta alta, una planta más íntima y recogida, familiar, salvo el luminoso mirador que ofrece el balcón.
Decía al principio que las imágenes muestran el estado de abandono que presagiaba su demolición. Ésta ocurrió en los años de mi niñez, en los sesenta, y fue sustituido por el bloque de pisos, de nombre Edificio Santa Rosa, en cuya planta baja se trasladaría el Banco de Bilbao, conocido popularmente por “La casa blanca”, por el color de los ladrillos de su exterior. Y, tal vez, por los aires de sus nuevos moradores, por el interés de estos nuevos ricos, en realidad de medio pelo, deseosos por vivir en la calle Feria, la calle de los poderosos, que fue motivo de sorna entre los tradicionales habitantes de este barrio y también entre el pueblo llano. La pena es que este interés ostentoso no se tradujera en la conservación del aspecto suntuoso de edificios, como éste, que fueron derribados en este periodo desarrollista, aunque el número de habitantes creciera, debido al conjunto de nuevas viviendas construidas en este espacio (a diferencia del ambiente deshabitado actual). Ojalá que la recuperación de estos documentos gráficos sirva de inspiración para que nuevas generaciones con capacidad económica puedan recuperar los elementos arquitectónicos que ahora volvemos a ver, y los incorporen a las nuevas edificaciones, dejando de lado el uniformismo de tanta piedra artificial y color blanco y albero, que amenaza con atenazarnos en estos tiempos.
Enhorabuena por esta nueva evocación del pasado de nuestro pueblo, Schevi, y gracias por las tres excelentes fotografías de la que fuera casa de doña Rosa Liñán.
ResponderEliminarPor fortuna, algo se conserva de esta casa, ya que, a punto de ser derruida, José Rodríguez Durán compró al constructor sus más nobles elementos, como la puerta de entrada, las puertas interiores, la escalera y los artesonados de las techumbres, que fueron a integrarse en la casa que luego construyó en la calle Ancha número 10 ó 12.
Al tiempo de derruirse la casa de la calle Feria, no quedaba de ella sino el esqueleto de paredes y muros.
La casa de Rodríguez Durán, por su parte, la habita en la actualidad su propietaria, Teresa Callejón, viuda de Rodríguez Durán.
Saludos.
Querido amigo: visito de nuevo tu blog, con menos tiempo que de costumbre, ya sabes del incidente de mi Antonio en la ducha y su merma para la actividad física en general, lo cual me resta más tiempo aún del que habitualmente dispongo, pues no cuento con su ayuda en las tareas diarias; no obstante, no quería dejar de pasar la oportunidad de felicitarte por tu nueva entrada. A pesar de haberme criado en esa calle, San Sebastián, no recordaba el balcón tan maravilloso y la magia de la casa frente a la cual me sentaba con mi familia en las noches del verano a tomar el fresco. ¡Cuántas lagartijas pude haber observado paseando su garboso cuerpo sobre aquellas paredes y cuán olorosas me resultaban las deliciosas fragancias de los jazmines, que escapaban furtivos por encima de la tapia de aquella grandiosa mansión! No fue poca la nostalgia sentida por mí al derribar la casa, a pesar de mi corta edad. el tiempo todo lo cambia, pero nuestro pueblo y el desarrollo arquitectónico de los 60 hicieron estragos con ciertas viviendas. En fin, gracias por traerlo a mi memoria con la fidelidad de la tuya, que es prodigiosa.
ResponderEliminarUn beso
Gracias, amigo Octavio. Espero seguir aportando imágenes de nuestro patrimonio arquitectónico, exista ya o no, como esta casa. Es una suerte que parte de ella se conserve en la casa de "Pepito Colino", como le conocemos popularmente. Sé del interés que tuvo por las antigüedades. Incluso he pensado que, tal vez, algo de mi antigua casa perviva en ésta de la calle Ancha. Ojalá algún día tenga la oportunidad de comprobarlo. Sería una gran alegría para mí, de ser así.
ResponderEliminarSaludos.
Gracias por tus palabras, Mari Carmen. Como ves, escribí de lo que te adelanté, aunque con más profusión de datos. Ha sido una suerte encontrar estas fotos de un lugar recordado vagamente por mí, pero no por otras personas más mayores. Algunos en Facebook, me han recordado cosas, como que se vendía leche allí. Es lo que tiene de importante estas mansiones: que son un monumento de la memoria de una buena parte de este pueblo, y que debemos recuperar, como legado histórico, aunque sea como recuerdo gráfico.
ResponderEliminarUn beso.
Hola buenas tardes,
ResponderEliminarPor casualidad estava buscando y he descubierto tu blog. Soy nacida en Palma del Rio, en la calle Feria Nº4 en el año 1953 (conocida como bien dices calle primo de rivera).
Sabes algo más de la actual calle Feria nº4? Me haria mucha ilusión saber algo más de mi calle de mi pueblo, ya que vivo muy lejos de allí y solo estuve durante muy poco tiempo de mi infancia.te
Aparte, sabes algo más de la família Liñan? Ya que mi abuelo era liñan y me gustaria saber si hay descendencia de la família.
Muy bonito blog, estupendo para la gente que no conoce el pueblo donde ha nacido.
Un abrazo y un placer.
Bienvenida, Guadalupe. Y gracias por tus halagos. Te contesto a lo que puedo. Veamos
ResponderEliminarSobre la casa de la calle Feria nº 4 tengo que decir que creo que ya no existe. En su lugar, y en el de otras edificaciones contiguas, incluidas también varias de las de calle Castelar, se edificó un bloque de viviendas con patio interior y varias viviendas. Salvo que la numeración no corresponda con los edificios de inicio de la calle Feria, claro. Sobre esta calle en los años 60 y 70 tengo escrito otros artículos que puedes leer en las siguientes direcciones:
-http://celtibetico.blogspot.com/2011/07/la-calle-feria-de-mi-ninez-primera.html
-http://celtibetico.blogspot.com/2011/07/la-calle-feria-segunda-parte.html
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De esa familia Liñán poco puedo añadir. Yo era pequeño cuando derribaron esa casa, que ya estaba en estado casi ruinoso.
Un abrazo.