Hoy se ha conocido la sentencia del Caso Malaya, el caso de corrupción municipal más grande de los últimos tiempos. El resultado de la "gestión" de aquel famoso Jesús Gil y sus secuaces en Marbella. En abril ya conocimos uno de las ramas de este frondoso árbol de corrupción cuando fue condenada la tonadillera Isabel Pantoja. Estremecimiento nacional. Como ya han sido "taladas" otras ramas después de tantos años de juicios sobre la podredumbre marbellí, disfrazada de glamour y lujo faraónico y oriental. Este era el tronco de la hedionda planta, que hundía sus raíces en otras zonas del territorio nacional. Algo esperado. Sin embargo el resultado es decepcionante. De las penas pedidas por la Fiscalía se ha pasado a una rebaja considerable. La mitad. Parece que algunos tienen buena estrella, y que los seguidores del televisivo anterior presidente del Atlético de Madrid no van a cargar con todas las culpas de aquel lodazal y ese verdadero golpe de estado municipal, en el que se subvirtieron las instituciones locales en beneficio de empresas semi-privadas que secuestraron los servicios públicos para ponerlos al servicio de los mandamases y sus amiguetes empresarios, con los que hacían suculentos negocios saltándose la ley a la torera. Y tal y tal. Cómo me ha recordado esto al patrón de todo el chiringuito, a don Jesús. Y cómo me he acordado de los pactos que suscribió el susodicho con otro don, don Javier Arenas, con los que se repartieron el poder en la Costa del Sol, en tiempos de Aznar (qué foto más mona publiqué cuando lo de la Pantoja) para apoderarse de toda la zona y extenderse en toda Andalucía. Si es que a "los de siempre" les salen las cosas siempre bien. Y casi se van de rositas... (¡Ah, por cierto, lo de los EREs también un asco!. Esto para que "los de siempre" no me acusen de partidismo. ¿Está claro?).
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