Brumalia eran unas de las fiestas que se celebraban en torno al solsticio de invierno. Ese que pasamos hace pocos días, cuando esta estación entró en el hemisferio norte. Según cuenta la tradición, Rómulo, el fundador de Roma, instituyó las Brumales, o Brumalia, para honrar a Baco, el Dionisos heleno, tal vez copiando las Leneas, o fiestas en honor a Dionisos Leneo. Terminaban el 25 de diciembre, el día de la "bruma", el de la noche más larga, según su calendario, al celebrarse las Saturnalias, en honor a Saturno, o Cronos, para los griegos. Durante estas fiestas el vino era un gran protagonista. Los sacerdotes convertían el agua en vino, un vino que consumían en abundancia y que llenaba de alegría a los fieles. Las bacantes, adoradoras de Baco, se comportaban como las ménades en el bosque, diosas salvajes que cultivaban un culto orgiástico y desenfrenado, celebrando el renacer del dios, después de haber comido su sangre y su carne. Como vemos, a pesar de la prohibición posterior, las brumales perviven en estos días en que el invierno, cuando las noches empiezan a hacerse más cortas, nos invita al consumo de alimentos en abundancia y al de las bebidas embriagadoras, disfrutando de la fiesta. Y resurge la alegría porque la vida vuelve a acercarse, con los rayos de un sol, el sol invicto, cada vez más duradero. ¡Felices Brumalia!
miércoles, 25 de diciembre de 2013
¡Felices Brumalia!
Brumalia eran unas de las fiestas que se celebraban en torno al solsticio de invierno. Ese que pasamos hace pocos días, cuando esta estación entró en el hemisferio norte. Según cuenta la tradición, Rómulo, el fundador de Roma, instituyó las Brumales, o Brumalia, para honrar a Baco, el Dionisos heleno, tal vez copiando las Leneas, o fiestas en honor a Dionisos Leneo. Terminaban el 25 de diciembre, el día de la "bruma", el de la noche más larga, según su calendario, al celebrarse las Saturnalias, en honor a Saturno, o Cronos, para los griegos. Durante estas fiestas el vino era un gran protagonista. Los sacerdotes convertían el agua en vino, un vino que consumían en abundancia y que llenaba de alegría a los fieles. Las bacantes, adoradoras de Baco, se comportaban como las ménades en el bosque, diosas salvajes que cultivaban un culto orgiástico y desenfrenado, celebrando el renacer del dios, después de haber comido su sangre y su carne. Como vemos, a pesar de la prohibición posterior, las brumales perviven en estos días en que el invierno, cuando las noches empiezan a hacerse más cortas, nos invita al consumo de alimentos en abundancia y al de las bebidas embriagadoras, disfrutando de la fiesta. Y resurge la alegría porque la vida vuelve a acercarse, con los rayos de un sol, el sol invicto, cada vez más duradero. ¡Felices Brumalia!
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