El 24 por la noche, mientras repasaba internet, vi que había muerto Germán Coppini. Tenía 52 años, como yo, pues había nacido en 1961, como yo. Y había sido punk, como quería haber sido yo en mis años mozos. Siempre fui rockero y los Siniestro Total fueron un grupo que me entusiasmó, por su frescura, su buen humor, su ironía y cachondeo. Germán fue su primer vocalista, hasta que abandonó la banda para derivar en músicas más glamourosas, elegantes, lo que le granjeó una sonora venganza de su antiguo grupo en forma de canción ("Más vale ser punkie que maricón de playas"). Creó Golpes Bajos, donde también destacó haciendo un pop original, siendo uno de los temas fundamentales aquel "Malos tiempos para la lírica", título que se ha convertido en un lugar común en el hablar y escribir de muchos, como aquella "Crónica de una muerte anunciada" que también se repite hasta la saciedad. Estamos en malos tiempos, para la lírica, para la prosa, para el arte en general. Y para la mayoría de los ciudadanos de este país. Malos tiempos, sí. Así que prefiero recordar a Coppini con uno de sus primeros temas, el que durante mucho tiempo he tenido en el teléfono, como tono. Uno de esos temas de Siniestro que derrochan humor, ingenio y alegría: "Me pica un huevo".
Hasta siempre.
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