Esta semana hemos tenido motivos para alegrarnos. Entre ellos la amnistía que ordenó el mandamás Vladimir Putin en Rusia, que ha tenido como consecuencia la liberación total de las componentes del grupo musical punk Pussy Riot. Recordemos que estas mujeres fueron condenadas por actuar en una iglesia rusa lanzando mensajes contra el presidente Putin, acusadas de vandalismo, o gamberrismo, relacionado con "odio religioso". Una forma de represión de los disidentes muy del gusto del que fuera destacado miembro del KGB soviético. Una de ellas fue puesta en libertad antes, con lo que ahora las tres condenadas quedan totalmente libres. Amnistía Internacional realizó una intensa campaña para pedir la liberación de las cantantes, lo que hizo que el caso saltase a la palestra internacional. Ahora que Putin quiere lavar su imagen ordena esta amnistía, de la que se han beneficiado también otras personas. Como yo fui uno de los que promocionó la campaña de A.I. me siento orgulloso de haber colaborado en su puesta en libertad. Y de paso aprovecho, una vez más, para exigir el derecho a la libertad de expresión. Por lo que dedico la foto del viernes a aquella acción reivindicativa y musical del grupo, que nunca debió ser tratada como delito.
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