Hoy es el Día de Europa, un día en recuerdo de la "Declaración Schuman", por la que se dio el primer paso para la primera de las Comunidades europeas, la del carbón y el acero (CECA), que se constituyó en 1951. Seguro que la mayoría de los europeos no lo recuerdan. Y, por supuesto, la mayoría de los españoles ni lo saben. Hoy mismo es el primer día de la campaña electoral para las Elecciones al Parlamento Europeo que tendrán lugar el 25 de mayo. Tampoco son muchos los españoles que saben que ese día estamos llamados a elegir a nuestros representantes, un 80% no sabe la fecha, según el CIS. A Europa seguimos viéndola como algo lejano. O como algo perjudicial, a raíz de las medidas de recortes que nos han obligado a tomar en muchos países, sobre todo del sur europeo. Se espera una alta abstención y un voto de rechazo a los partidos mayoritarios. También que no cambie el panorama político a pesar de todo. Europa, hace años, era una esperanza. Para una gran mayoría hoy es una decepción. Y los europeos seguimos dejando que sean unos pocos los que decidan por la inmensa mayoría. Durante siglos nos metieron en guerras por ambiciones particulares. Tras las dos guerras mundiales, parecía que la paz y la cooperación se iban a convertir en las señas de identidad del viejo continente. Con la crisis, esos mismos que piensan más en sus intereses particulares que en los comunes vuelven a dividirnos y a aprovecharse de los demás para sacar tajada. El ver a Europa como la mamá que todo lo procura, sin demasiados esfuerzos por parte de los "pequeños", ha servido para que quienes siempre se han encargado de llevar la mayor parte del peso sobre sus espaldas, quieran ahora aprovecharse de la debilidad, doblegando a los otros. De seguir así el espectro parlamentario, como vaticinan todos los sondeos, nos quedan muchos sacrificios que hacer. En nuestras manos, o mejor dicho, en nuestro voto, está la posibilidad de reconducir la situación. ¿Nos daremos cuenta?
Yo también he sido (o sigo siendo, aunque sin entusiasmo) europeísta. Hemos dejando en manos de los nacionalistas el mando (y nunca mejor dicho) en Europa, en manos de esos conservadores que usan la "patria" (la suya, la de los estados-nación del siglo XIX y XX) como excusa para imponer su rancia ideología, barnizada de liberalismo salvaje. Y, para colmo, con la llamada globalización, sin fronteras para el capital y con rejas, alambradas y policía para la gente. Una tiranía a dos bandas de la que no nos dejan ni siquiera la posibilidad de soñar con algo mejor. Europa ya no es esperanzadora. ¿Lo volverá a ser algún día?
ResponderEliminar¿Por qué no quieres pensarlo? Solo está en nuestras manos, votando.
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